El Gobierno de La Habana desmintió rumores sobre una futura apertura de las playas y dijo que «cuando la situación epidemiológica del territorio mejore y se apruebe el acceso a dichas áreas, la noticia será debidamente informada por los medios oficiales pertinentes».
Con esto, desmiente los rumores sobre la apertura de las playas de La Habana y sobre una inmediata relajación en las medidas establecidas en la capital para contener el coronavirus, de acuerdo con un post de Facebook del propio gobierno.
Los ciudadanos de la capital llevan ya varios meses «encerrados», sin que se vislumbre un panorama positivo con relación a esta situación.
Pese a que el gobierno del país reforzó en La Habana el proceso de vacunación, se mantendrán cerrados muchos espacios además de las playas, que no son pocos: estadios, centros recreativos y cines.
Sin embargo, a pesar de «las vacunas» y la vacunación, este miércoles La Habana reportó 1 222 nuevos casos de covid-19 y el país 7 745, la mayor cifra registrada durante toda la pandemia.
Estos datos complican sobremanera la situación en La Habana, una ciudad que parece vivir sitiada y por todos los lados posibles.
Los residentes viven sorteando, además de a quienes tosen, las penurias económicas que se resumen, fundamentalmente, en falta de alimentos, medicinas.
A ello, súmele los apagones.
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Con tantas variables coartando la libertad de movimiento en La Habana, las playas se presentaban como una opción viable para el esparcimiento durante el verano; pero el gobierno ha dicho que no, temiendo una posible concentración masiva de ciudadanos, muy similar a la que convocaron las autoridades el pasado 17 de julio.
El doble rasero para medir la «vulnerabilidad» de la población, a la que por un lado le prohíbe ir a las playas, e impone multas por no usar bien el nasobuco, o porque hay «varios reunidos» en una esquina, no aplica cuando el gobierno convoca a actos políticos.
Habrá que esperar a ver si a Díaz-Canel se le ocurre, por ejemplo, convocar a una manifestación patriótica en las Playas del Este, donde los «acuartelados habaneros» puedan combinar un chapuzón en las olas, con las palabras del puesto a dedo.
¡Vaya mezcla esa!
