Hoy se cumplen 505 años de la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana, una fecha que tradicionalmente pudiera ser sinónimo de alegría, con los habaneros dando la tradicional vuelta a la ceiba, pidiendo deseos.
Sin embargo, el ambiente festivo y la esperanza parecen desvanecerse en una ciudad que enfrenta una crisis sistémica que afecta todos los aspectos de la vida cotidiana.
Entre los problemas que aquejan a la capital, los apagones han pasado a formar parte de la rutina. Según la Unión Eléctrica (UNE), el déficit de generación supera los 1,500 MW, lo que ha llevado a cortes de electricidad que en algunos municipios superan las 12 horas diarias.
El deterioro de las edificaciones es otro de los signos visibles de la crisis. Aunque los paisajes ruinosos de zonas como La Habana Vieja y Centro Habana (por solo mencionar algunas) puedan parecer pintorescos en fotos para turistas (cada vez más escasos), la realidad es que muchos habitantes viven en condiciones precarias y enfrentan el peligro constante de derrumbes.
La acumulación de basura en las calles y esquinas ha convertido los desechos en un problema de salud pública, con basureros improvisados, plagas de ratas y olores nauseabundos que son parte de la vida cotidiana en varias localidades.
La escasez de agua agrava aún más la situación. Los constantes apagones afectan los sistemas de bombeo, lo que provoca interrupciones en el suministro. Al mismo tiempo, la infraestructura hidráulica sigue en franco deterioro, dejando a numerosos barrios de la capital sin acceso regular al agua.
Los hospitales, por su parte, enfrentan graves carencias. Según denuncias recientes, la falta de insumos médicos, condiciones insalubres y largas demoras en la atención reflejan el estado crítico del sistema de salud en la ciudad.
Además, los atrasos en la distribución de alimentos a través de la libreta de abastecimiento y las restricciones en la venta de combustibles aumentan la frustración de los habaneros.
Mientras tanto, las autoridades han organizado actividades culturales para conmemorar los 505 años de La Habana. Sin embargo, el descontento ciudadano se siente en cada rincón, reflejando una realidad que va más allá de los festejos oficiales.
Y así se enmarca la situación de la capital, que históricamente ha sido el centro operativo del país, lo que lleva obligatoriamente a una triste reflexión: “Si La Habana está así, ¿cómo estará el resto?”.