La empleada de servicio de un popular restaurante estatal en La Habana usó la frazada de piso recién enjuagada en aguas renegridas para limpiar las mesas donde luego comerían los clientes.
El acto fue denunciado en redes sociales por una periodista y profesora universitaria, quien aseguró haber presenciado la escena desde la acera de enfrente y de inmediato se aproximó hasta el famoso Cochinito de 23 para encarar semejante falta de higiene y de respeto elemental.
“Les dije cochinos e indolentes, que donde íbamos a parar. Les hablé de la falta de respeto a los clientes y la deshumanización del acto”, escribió la profesora en su perfil. Sin embargo, la respuesta recibida fue tanto o más ofensiva que el acto en sí.
La propia empleada, como otros jóvenes dependientes que se encontraban sentados alrededor del hecho y le otorgaron la más rotunda aprobación, rieron en la cara de la periodista y desestimaron su legítima protesta.
“Una siente que la miran como a la viejita peleona que se insulta y busca justicia por tan poca cosa”, escribió la señora quien, lamentablemente, estuvo a la hora y en el lugar indicado para presenciar lo que casi siempre pulula en los establecimientos estatales cubanos.
Desde hace mucho tiempo ese tipo de sitios que alguna vez fueron la única opción para el pueblo cubano y como tal ofrecían un servicio al menos decente, perdieron la competencia con el sector privado en la isla. Actos parecidos, relacionados con la higiene y con la calidad de los servicios han hecho que se incline la balanza hacia un solo lado.
“Amigos míos, tomen o no el consejo, pero ahí les va: no coman en el restaurante El Cochinito”, fue la primera advertencia de la horrorizada profesora universitaria quien contó además que trataron de darle una explicación cuando supieron que ella era periodista, pero que se negó a escucharla, dada la gravedad y ofensa del acto en sí.
“No hay nada que justifique semejante acto de irrespeto a personas que inocentemente comerán en una mesa a la que se le pasó una sucia frazada de piso. Intolerable”. Supuestamente con los protocolos de salubridad establecidos para la pandemia de Covid-19, la higiene en este tipo de establecimientos como El Cochinito debería redoblarse, pero una vez más pesa la indolencia y la falta de valores.
No tiene que ver con el bloqueo, ni con la precariedad, consideró también la testigo del hecho, sino que “responden a actos que nos deshumanizan”, aseguró y llamó a las personas a usar las redes sociales para denunciar situaciones similares y evitar la impunidad. Aunque en la mayoría de las ocasiones no se consiga una respuesta y una acción adecuada por parte de las autoridades, por lo menos se convocará a la vergüenza ajena y al mínimo de sensibilidad que todavía podría quedar entre los cubanos.
