Economist Intelligence Unit (EIU), entidad líder en inteligencia financiera y de negocios a nivel mundial, revisó a la baja los estimados de crecimiento de la economía cubana y ahora reporta un decrecimiento de -0,2 del PIB de la isla en 2021.
La unidad de análisis independiente que forma parte del grupo The Economist, estimó en diciembre pasado que Cuba cerraría el año con un crecimiento del Producto Interno Bruto de apenas 0,1%.
“Con el dato revisado, la economía cubana habría decrecido durante tres años consecutivos (2019-2021). También se estima ahora un crecimiento más débil en 2023 (4,5% en vez de 4,9%)”, afirmó el economista Pedro Monreal en su cuenta de Twitter.
De acuerdo con el experto cubano, esos datos no sólo indican que habría una “recuperación muy ‘floja’ de la crisis”, sino que el PIB de la isla quedaría por debajo del estimado para que la economía alcance “velocidad de despegue”.
Cuba necesitaría un crecimiento de alrededor del 5% para empezar a resolver los problemas estructurales de su economía, según el criterio de Monreal.
El Ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, había estimado un crecimiento del PIB de Cuba entorno al 2% y afirmó que la economía de la isla comenzó su recuperación luego de tres trimestres seguidos a la baja.
Sin embargo, los datos recogidos por la EIU en diciembre indicaban un estancamiento de la economía y la más reciente evaluación de los expertos internacionales muestra un decrecimiento.
Los pronósticos de la institución consideraban “muy alta” la probabilidad de que el gobierno cubano fracasara “en la gestión de la dislocación derivada de la unificación de la tasa de cambio dual”, según explicó Monreal a finales de 2021.
La economía cubana arastra una grave crisis desde hace años, que se agudizó con la pandemia de COVID-19 a partir de marzo de 2020, reflejada en una caída del 13% del producto interno bruto.
En 2021 el gobierno aplicó una reforma monetaria y cambiaria que eliminó el peso cubano convertible (CUC), devaluó la moneda de curso legal y aumentó los salarios y los precios a todos los productos y servicios que ofrecen las empresas estatales, dominantes en el panorama económico doméstico.
Las medidas, sumadas a la baja productividad y la escasez de alimentos y productos de toda clase, provocaron una notable inflación que no ha dejado de crecer hasta la fecha.
