Protestas en varias provincias de Cuba se reportan tras cuatro días sin corriente eléctrica. En Centro Habana, Plaza de La Revolución y Cerro entre otros municipios de la capital cubana se escuchan gritos de “libertad”, “abajo la dictadura” y “pongan la luz”. En los videos publicados en redes sociales se ven a personas con pulovers que le cubren el rostro para no ser identificados mientras denuncian la precaria situación que vive el país por los prolongados cortes de corriente eléctrica.
El mandatario Díaz Canel culpó al gobierno estadounidense de la fata de combustible, que según reconoció es la causa principal de la desconexión del sistema eléctrico nacional. Las autoridades de la empresa eléctrica no han podido restablecer el sistema tras cuatro veces que su sufrido una desconexión general dejando al país sin corriente eléctrica.
A esta situación se suma el huracán Oscar que pasó este domingo por el oriente cubano y cuyos daños se irán cuantificando durante los próximos días.
El Primer Ministro Manuel Marrero había hablado días antes sobre lo que han llamado de forma eufemística “emergencia energética”, pero no es más que un ejemplo de la gravedad de un país que ha tocado fondo. Pero los cubanos sospechan que su discurso solo fue una preparación para lo que vendría pero que no mencionó para que parecería fruto de una avería casual.
El Primer Ministro acudió a los mismos argumentos de siempre, la resistencia, la lucha en la Sierra Maestra, la fe en la revolución, para decirle a los cubanos algo que enseguida tradujeron al lenguaje popular. “La cosa está gris con pespuntes negros”.
Cuba padece ya cuatro días sin corriente eléctrica en casi todo el país. Antes del colapso ya se reportaban apagones de 20 horas en varias provincias, una situación insostenible por donde quiera que se mira para la vida de cualquier persona de este siglo. Pero Cuba no está marcada solo por la gravedad del colapso.
En cada esquina no sabemos si sigue existiendo un Comité, pero sí tenemos claro que hay una montaña de basura rodeada de moscas, ratones, mosquitos, que son sinónimos de enfermedades que llevan a la muerte. El propio Dr. Francisco Durán ha reconocido en televisión que hay cerca de 17 000 pacientes ingresados con dengue ya sea en hospitales o en sus propias casas bajo vigilancia epidemiológica y otros en terapia intensiva.
Al dengue, cuya mortalidad no es cosa de juego, se suma el Oropuche, que también ha provocado muertes entre la población cubana.
En medio de los apagones, la basura, las enfermedades, la falta de insumos médicos (y de médicos) los cubanos tienen que hacer lo impensable para poder adquirir alimentos para llevar a la mesa y a sus familias, la mayoría con precios apenas se pueden pagar. A ello también se suma el dolor por la lejanía de hijos o nietos que trabajan de sol a sol en Estados Unidos para buscar algún dinero para enviar a sus familias que habitan el escenario de la desgracia.
Es un panorama hecho realmente para que puedan subsistir las personas más jóvenes porque es muy difícil para un anciano o una persona enferma tener las herramientas para enfrentar las marcadas necesidades cotidianas y salir delante de la forma que fuese.
Nadie tiene una bola mágica para adivinar que puede suceder, pero los pronósticos no son nada halagüeños. Lo único cierto en todo esto es que la situación no va a mejorar en un tiempo cercano y que todavía puede tocar aun más fondo cuando ya se pensaba que la cuerda no daba para más.
