Descaro y «felicidad»: CPI responde a Sarah Marsh

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¡Descaro y «felicidad»! Un 2×1. El Director del Centro de Prensa Internacional, CPI, el Tte Coronel de la Dirección de Inteligencia del MININT Alberto González Casals, le «respondió» a la periodista y ex corresponsal de Reuters en Cuba, Sarah Marsh, cuando esta última, mediante un tuit, dijo que los periodistas independientes en Cuba estaban «pasando trabajo» para reportar los sucesos dentro de la isla.

Alberto González Casals, quien es – además de militar y represor de cuello blanco – director del Centro de Prensa Internacional (CPI), organismo adscrito al Ministerio de Relaciones Exteriores, desde el año 2017, fue a Twitter a responderle a Sarah Marsh y con mucho descaro dijo que los periodistas independientes acreditados en Cuba trabajan en la Isla en un entorno de felicidad, que luego extrañan cuando se van.

Sin dudas, debió confundirse González Casals, aunque no lo luzca. Una fuente que pide el anonimato, alega que es probable que el Director del CPI se haya confundido y haya metido a Sarah Marsh y a todos los «acreditados» en La Habana, en el mismo saco del aplatanamiento en que vive la corresponsal de AP en La Habana, Andrea Rodríguez, quien no hace ni un semestre dijo desde Cuba que ella no había experimentado apagones en la isla, y quien recibe más cuestionamientos que ninguno por su «imparcialidad» periodística.

Es curioso además, que el reclamo de Marsh venga ahora, añade la fuente, luego de haber pasado larguísima temporada en la isla.

La misma fuente asegura que ningún corresponsal extranjero en la isla se manda, sino que sigue orientaciones, y es probable, muy probable, que ante la avalancha de cuestionamientos por parte de periodistas independientes cubanos, tuiteros, activistas e influencers, con relación al malo, pálido o nulo papel que están desempeñando los periodistas extranjeros acreditados en Cuba, a Sarah Marsh le hayan dado luz verde para hacer el reclamo al CPI, ahora que ya está fuera; lo cual, vuelve a decir la fuente, trabajador y «cuadro» durante más de 20 años en el CPI, de haberlo hecho antes, hubiese sido un peligro para ella, pues fácilmente «a lo Vicent o a lo Ravsberg» le hubiesen podido inventar cualquier candanga, quitarle la credencial y sacarla de Cuba.

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Sarah Marsh, específicamente, se refería en su tuit a la cantidad de periodistas independientes que han debido abandonar la isla, y señala como motivos para hacerlo, al hecho indiscutible de que a todos se les hace “demasiado difícil hacer su trabajo”.

Muchos de ellos viven la represión por partida doble: como cubanos y como periodistas. Los que no poseen casa propia en La Habana – por ejemplo – y viven alquilados, enfrentan acoso. La Seguridad del Estado presiona a los arrendatarios continuamente, una vez que descubren donde se encuentran alquilados los periodistas, y bajo amenazas de multas de hasta 15 mil pesos en Moneda Nacional o decomiso incluso de la vivienda, los presionan para que los expulsen de la renta.

«Los extranjeros viven vigilados. Me atrevería a afirmar que todos tienen una cámara de seguridad, un carro asignado a la vigilancia o escucha dentro de la casa para saber de sus pasos,» afirma a este redactor un ex agente operativo de la Contrainteligencia cubana, actualmente residente en Madrid, España.

Lo cierto es que, si aquellos periodistas independientes cubanos que viven y sufren con estoicidad las miles de trabas para hacer su trabajo, no muy bien están aquellos extranjeros que, al menos, están acreditados.

El descaro y la «felicidad» a la que apela el director del CPI para intentar encubrir el malestar de los corresponsales extranjeros en Cuba respondiéndole a Sarah Marsh, no cubre ni cubrirá, por ejemplo, que este se haya ramificado en la misma España, en la capital, Madrid, lugar donde la directora de la agencia española EFE, Gabriela Cañas, planteó recientemente que la agencia que ella dirige está estudiando seriamente si permanecen o no en la isla, reportando bajo el enrarecido ambiente bajo el que se encuentran ejerciendo su trabajo.

González Casals, el mlilitar director del CPI podrá decir lo que quiera. Podrá tomárselo, si lo desea, como personal, el tuit de Sarah Marsh, pero nada es aislado y ni siquiera son piezas de 4 o 5 rompecabezas mezclados.

Aquí conviene armar las puntas, tener a mano los nombres de los periodistas que se han tenido que ir del país, de aquellos extranjeros a los que les han retirado la credencial, de aquellos otros desplazados a dos cuadras e impedidos de cubrir de cerca todo lo que aconteció frente a casa de Yunior Aguilera el pasado 15 de noviembre, mezclarlos y sacar conclusiones.

Para adornar el cóctel, la cabeza rajada del fotógrafo de AP Ramón Espinosa; los pinchazos con agujas a al fotógrafo Ernesto Mastrascusa y el video de Reinerio, el funcionario del PCC en un municipio de La Habana, quien hace cuestión de un año le fue encima a una periodista de AFP y si no es porque lo sacan del lugar, de seguro hasta la hubiese golpeado.

González Casals, el mandamás en el CPI podrá decir lo que quiera. Es militar. Y el mundo entero sabe y tiene bien claro, a quienes responden los militares.

A la verdad no es.

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