La secuencia dura apenas unos segundos, pero incendió las redes en Cuba durante el fin de semana. En un video grabado durante un recorrido oficial por zonas afectadas del oriente del país, una mujer le dice a Miguel Díaz-Canel: “no tenemos cama”. El mandatario responde: “ni yo tampoco tengo para dártela ahora”, manoteo machista incluido, y añade que las ayudas llegarán cuando se reciban donaciones y se gestionen recursos.
El fragmento, difundido a partir del sábado 8 de noviembre, desató críticas inmediatas por su tono y contenido; varios usuarios lo leen como un síntoma de la distancia entre el discurso oficial y la urgencia material de los damnificados tras el paso del huracán Melissa.
El intercambio habría ocurrido en una comunidad oriental muy golpeada por las inundaciones asociadas al desbordamiento del río Cauto. La prensa y agencias internacionales documentaron que Melissa tocó tierra en Cuba el 29 de octubre de 2025 como huracán de categoría 3, con lluvias torrenciales y daños severos en viviendas e infraestructuras. Las autoridades evacuaron a más de 700.000 personas y, hasta el cierre de estos reportes, no se registraban víctimas mortales en la isla, aunque la recuperación se complicó por la crisis de suministros.
La polémica escaló el domingo 9 de noviembre cuando el programa oficialista Chapeando Bajito publicó en Facebook lo que llamó una “transcripción completa” del momento.
En ese texto, el Presidente intenta ordenar prioridades —“la recuperación es lo fundamental”, promete brigadas y pide paciencia— y repite que “no tiene cama” para entregar de inmediato, pero que las ayudas se asignarán a medida que lleguen donaciones estatales e internacionales. El espacio calificó de “manipulación” los cortes virales y defendió que el fragmento difundido “omite elementos” del contexto.
Sin embargo, la defensa no apaciguó la discusión: decenas de comentarios —incluso de usuarios afines al oficialismo— reclamaron publicar el video íntegro, subrayaron el tono “despótico” y señalaron el golpe de mano (manoteo) con que el mandatario cubano acompaña su respuesta.
El economista Mauricio de Miranda señaló que Díaz-Canel «sí podría darle cama a ella y albergue a las muchísimas familias que han perdido sus viviendas» y agregó:
«Cierre un hotel o dos o tres, los que sean necesarios. Igual tienen una ocupación paupérrima de turistas y como son hoteles del pueblo, pueden ofrecer resguardo a los damnificados o sus camas vacías permitir que ellos puedan conciliar el sueño en medio de tanta desventura. ¿O no son hoteles del pueblo? ¿Son de Gaesa?»
El periodista Rubén Padrón, por su parte, indicó:
«La falta de empatía con la que hablan demuestra lo poco que están acostumbrados a enfrentarse a una ciudadanía de verdad, y no la que les montan en visitas avisadas.»
Hubo hasta quién, como el periodista cubanoamericano Mario J. Pentón, que publicó una foto de Lis Cuesta Peraza con un movil valorado en más de mil dólares en la mano y dijo:
«Con el valor del teléfono de la NO primera dama, se pueden comprar más de 35 colchonetas para los afectados por el huracán Melissa.»
En paralelo, la página de Díaz-Canel en Facebook difundió resúmenes de sus recorridos por Granma —municipio Río Cauto, entre otros— con énfasis en los balances de daños y en “acompañar” a los afectados, pero sin abordar de forma directa la frase que encendió la indignación. La divergencia de relatos se amplió con publicaciones que sitúan el episodio en El Cobre (Santiago de Cuba), lo que refleja la dispersión y velocidad de la conversación pública online en medio de una emergencia.
A la conversación se sumó Yulieta Hernández Díaz, quien cuestionó la falta de empatía y propuso rutas logísticas concretas para resolver la necesidad de camas y colchones: activar Muebles Ludema, la empresa mixta Konfort y el conglomerado Dujo —proveedores habituales del sector hotelero—, así como usar inventarios o avituallamientos de hoteles con baja ocupación, y pagar insumos con fondos procedentes de donaciones internacionales. Su post, que enlaza antecedentes de equipamiento a hoteles icónicos de La Habana y sugiere incorporar carpinteros particulares, se volvió uno de los textos más compartidos entre quienes exigen una respuesta más rápida y transparente.
“Un colchón no es un lujo”, escribió en su perfil de Facebook.
El gobierno, como en cada ciclón que golpea la isla, insiste en que “nadie quedará desamparado”, pero el episodio abre, otra vez, el debate sobre el estilo de liderazgo y la comunicación en crisis.
En julio, un momento similar ante el Parlamento también provocó reproches por el registro áspero de la intervención presidencial, recuerdan usuarios.





