Cubanos insisten en la moringa y con apoyo de Italia

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La moringa, apreciada por sus hojas ricas en vitaminas, proteínas y minerales, ha sido objeto de interés en Cuba desde que Fidel Castro la promoviera en 2012 como una fuente inagotable de recursos alimentarios y medicinales. El líder cubano llegó a afirmar que la planta podría suministrar «carne, huevo y leche», además de tener múltiples propiedades medicinales.

Sin embargo, tras la muerte de Castro en 2016, la moringa perdió protagonismo en la isla, limitándose su consumo principalmente a productos como píldoras, té o galletas comercializadas en farmacias. El proyecto «Línea Verde» busca revitalizar su cultivo y uso, no solo como suplemento nutricional, sino también como fuente de energía renovable a través de la biomasa forestal. Y así, como quien desempolva un viejo manual de soluciones mágicas, el árbol de la vida regresa con su promesa de salvar a los cubanos del hambre y la crisis energética.

Esta resurrección botánica no viene sola, sino con el respaldo de Italia y su Agencia de Cooperación para el Desarrollo (AICS), que ha destinado tres millones de euros a la iniciativa. Un dineral que, si se administrara con la eficiencia de la burocracia cubana, podría terminar en informes optimistas, inauguraciones simbólicas y, con suerte, un par de hectáreas de moringa bien fotografiadas para la prensa.

El plan, señala en un artículo la agencia DIRE, se desarrollará en municipios de Pinar del Río y La Habana, beneficiando a más de 3.000 personas con la producción y distribución de este superalimento. Además, la iniciativa contempla el uso de energías renovables con el noble propósito de hacer comunidades autosuficientes. Porque, claro, si algo falta en Cuba es autosuficiencia.

Antonio Festa, director de AICS en La Habana, destacó que «Línea Verde reafirma el compromiso continuo de AICS y sus socios para mejorar la calidad de vida de las comunidades locales mediante prácticas sostenibles y resilientes». O lo que es lo mismo: volver a intentar lo que ya se intentó antes, pero con mejor marketing y fotos en redes sociales.

La moringa, que en su momento fue presentada como la respuesta a la malnutrición por el mismísimo Fidel Castro, ahora se reencarna como la gran apuesta para la seguridad alimentaria y energética de la isla. Mientras tanto, los cubanos siguen haciendo colas para comprar pan, el arroz se vende a precio de oro y los apagones se han convertido en parte del paisaje. Pero no importa: con suficiente moringa en el plato y un buen discurso sobre la autosuficiencia, el futuro de Cuba está más que asegurado.

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