La cada vez mayor comunidad cubana en Uruguay corre el peligro de caer en un limbo migratorio, e incluso acabar como indocumentados, pues las autoridades del país comenzaron a exigir el sello de entrada y salida de Brasil.
El asunto es que la mayoría de los cubanos que llegaron a Uruguay en los últimos meses lo hizo a través de Brasil, en una travesía cuyo primer destino es Guyana, de donde se entra sin visa al Gigante sudamericano, y se atraviesa hasta llegar a la nación austral.
Hasta ahora el proceso funcionó para los miles que no querían o podían emprender la “ruta de los volcanes”, o agarrar una balsa y jugarse la vida en el estrecho de la Florida. Bastaba con pedir refugio al llegar a Uruguay: en lo que se verificaba si el solicitante era perseguido o no, o si clasificaba para ese estatus, podía llevarse una vida normal.
Al pedir refugio, los cubanos accedían a una cédula de residencia temporal que les permite la atención sanitaria, el acceso a la educación y al empleo formal. Pero como la inmensa mayoría de los casos no aplica al estatus de refugiado, eventualmente deben regularizar su situación.
Cuando ese momento llegaba, los cubanos acordaban una cita en los consulados uruguayos de la frontera en Brasil y concurrían para tramitar la visa de ingreso. Y regresaban a Uruguay, con el paripé hecho y una nueva documentación.
Pero el panorama comenzó a cambiar de un tiempo acá. El Estado solía hacer la vista gorda respecto al paso por Brasil, pero ahora exige los sellos que demuestren que el tránsito por el país vecino no fue irregular. El periódico uruguayo El Observador tomó nota de las quejas de los migrantes cubanos, y le dedicó un artículo al asunto.
“Nuestro cálculo más conservador es que entre 9.000 y 10.000 cubanos que viven en Uruguay podrían quedar en ese limbo, irregulares, por las nuevas exigencias”, dijo al diario Alberto Gianotti, fundador de la Red de Apoyo al Migrante.
Todo parte de un principio diplomático de reciprocidad: Uruguay exige visa de ingreso a los cubanos, y Cuba se la exige a los uruguayos. Y si bien Uruguay no tiene intenciones de deportar a los indocumentados, tampoco le hace gracia que se le acumulen habitantes irregulares.
Eduardo Mata, director nacional de Migración, declinó responderle a El Observador por qué Uruguay empezó a exigir los sellos de Brasil, requisito por demás “impracticable”, pues los brasileños tendrían que asumir un problema que no les toca.
La Red de Apoyo al Migrante cabildea para eliminar el requisito de visa, que no solo solucionaría el actual problema, sino que evitaría que los migrantes dependan de redes de tráfico de personas y del crimen organizado para llegar hasta Uruguay, dijo Gianotti.
