“No hay suficiente agua en La Habana” para llenar la piscina de una mansión ubicada en el corazón de Miramar, la cual ha sido puesta en venta por medio millón de dólares, y “si logras llenarla vas preso por acaparamiento”.
Así han dicho algunos usuarios a través de Instagram, sobre el enorme inmueble cercano a 5ta avenida y la calle 30, en la capital cubana, que fue diseñado por el afamado arquitecto cubano Max Borges “a petición de los abuelos de los actuales propietarios”, los únicos dueños desde su construcción.
“Desde que tengo uso de razón (tengo 43 años y desde niña la veo porque vivo muy cerca), nunca la he visto llena”, subrayó otra internauta al referirse a la “piscina original” de la casa, que al parecer permanece vacía desde hace rato.
“Si llenas esa piscina la del CDR (Comité de Defensa de la Revolución) te echa al jefe de sector”, y “con el chorrito de agua cada tres días, en seis meses se llena la piscina”, han dicho algunos en tono de broma.
No obstante, otro usuario aclaró que “la piscina no depende del agua corriente”, porque está a 500 metros del mar, sino que “solo debe tener un buen motor”.
Según la descripción con que se promueve esta “oportunidad de lujo”, la casa de más de mil metros cuadrados se encuentra en “estado de conservación adecuado” y “sin daños estructurales” “ni variaciones en su diseño interior”.
De acuerdo con otros, “en esa casa vive la nieta de la dueña”, propietaria de la colchonería La Luisita; y con 500,000 dólares “compro una casa en Cancún y otra en Dominicana, las pongo en renta y en diez o 15 años, saco mi dinero. Amén de que no tendría riesgo de que me las quiten, como ha pasado en Cuba desde 1959”.
Sobre la misma cuerda, una internauta que vive fuera de la isla señaló que “una casa en Cuba no vale nada por más que ellos pongan ese precio, porque es un país que tiene una dictadura y está desestabilizado económicamente. Por tanto, el que compre allá estaría tirando su dinero”.
En días recientes fue noticia también la puesta en venta de otra mansión ubicada en Miramar y cuyo diseño estuvo a cargo del arquitecto cubano Manuel Rivero Magnan en la década de 1940, por la que se piden dos millones de dólares.
