“Hemos esperado años, ahora no puede fallar”: La perseverancia de los nuevos empresarios cubanos» Así titula hoy 18 de octubre Cubadebate un artículo en el que básicamente se le da voz a un sector que durante años ha sufrido lo indecible dentro de Cuba.
Basta con decir que han sido víctimas de lo más rancio del socialismo: desde vituperios hasta confiscaciones, pasando por la burocracia y la inmovilidad.
Hasta la propia prensa oficialista, como Cubadebate, contribuyó alguna que otra vez a echar lodo sobre el tema y sobre los emprendedores privados; gente que quedó «al margen de la ley»; gente que todo el mundo reconoce su existencia e importancia -cuenta la leyenda que Fidel Castro en alguna ocasión quiso dar una gran batida contra ellos y se lo prohibieron por un motivo más que claro- pero que, durante años, esperaron por ver legalizados sus trabajos. Por verse reconocidos con derecho y plenitud de capacidad ante la ley como empresarios o proveedores de empleo y generadores de riquezas, más allá del estigma capitalista que alguna vez se les impuso.
Si nos sentásemos a escribir un catauro de anécdotas sufridas por los «particulares cubanos», el libro tendría al seguro más de mil páginas; y entre ellas, claro está, incluiría yo la anécdota de aquel vecino celoso, Delegado del Transporte en cierta provincia del país, que no dejaba salir a su mujer de la casa más allá de la bodega y que, en un arrebato de comunismo echó para alante al único proveedor de comida particular que tenía la doña.
Ese fue uno de los tantos particulares cubanos que esperó años porque alguien descubriera que no eran «pequeños burgueses», «resquicios del pasado capitalista» o elementos «contrarios al sistema», sino gente común y corriente que tenía en mente una idea para echar adelante y que el gobierno de la isla jamás les permitió cumplir.
«Hemos esperado años», dice uno de los entrevistados por Cubadebate… y de seguro, pueden apostar a ello, si la administración de Donald Trump no hubiese implementado políticas más férreas contra el gobierno de la isla por sus violaciones de derechos humanos, y de no haber llegado a nuestras vidas la pandemia del coronavirus, tendrían que sentarse a esperar muchos años más.
Porque de ello ha dado pruebas el socialismo cubensis, no se trata de un reconocimiento, sino de una obligatoriedad. El Estado cubano ha jugado siempre a, en períodos de crisis, a ir aflojando válvulas.
Dicen que esta era la única que les quedaba. Excepto, vender las tierras y las industrias; aunque por ahí hay hoteles y campos de golf que… están en remojo.
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