La política de Estados Unidos hacia Cuba se encuentra en una posición incierta a medida que se aproxima la elección presidencial. En este contexto, las posturas de los candidatos, Kamala Harris por el partido Demócrata y Donald Trump por el partido Republicano, resultan cruciales, pues la relación entre ambos países ha oscilado en función de los diferentes enfoques adoptados por cada administración.
Ambos candidatos han declarado que mantendrán una postura firme hacia el gobierno cubano, lo que suscita diversas expectativas en la isla. Por un lado, Harris podría optar por aliviar ciertas sanciones para evitar posibles conflictos cercanos a Estados Unidos, según el analista Carlos Alzugaray. Sin embargo, también existe la posibilidad de que no altere significativamente la política actual, considerando el deterioro económico de Cuba y el efecto que podría tener esta situación en sus decisiones políticas.
Del lado de Trump, las promesas de reinstaurar el endurecimiento de las sanciones, incluyendo el cese del programa de parole que permite a cubanos ingresar legalmente a EE. UU. con el patrocinio de familiares, aumentan la preocupación entre muchos cubanos. Libia Morales, una cubana en espera de una visa, expresó su apoyo a Harris, temiendo que Trump intensifique las restricciones migratorias y económicas que afectan a la isla. Las sanciones implementadas por Trump en su primer mandato, como la designación de Cuba como patrocinador del terrorismo, endurecieron las restricciones previas y cortaron vías de comunicación económica importantes, lo que impactó considerablemente en la vida de los cubanos, señala Reuters.
En Florida, especialmente en Miami-Dade, la mayoría de los votantes cubanoamericanos continúan apoyando a Trump. Según la encuesta de la Universidad Internacional de Florida (FIU), el 68% de los cubanoamericanos probablemente votarán por él, la cifra más alta en la historia del sondeo. Este respaldo refleja la inclinación de la comunidad cubanoamericana hacia una política de línea dura que, según su perspectiva, mantiene presión sobre el gobierno cubano al tiempo que favorece una política dual que permite la venta de alimentos y medicinas.
La crisis migratoria derivada de la difícil situación en Cuba, con más de un millón de cubanos emigrando desde 2020, plantea serios desafíos para ambas naciones.
Fabio Fernández, historiador de la Universidad de La Habana, señala que restringir aún más la migración podría agravar las tensiones internas en Cuba. El colapso de la red eléctrica y la reciente escasez de recursos, exacerbados por el embargo y una economía gestionada de forma ineficaz, han precipitado una crisis social que, según observadores, podría resultar en un éxodo aún mayor