Cuba: El Estado agrieta su casa y se niega a repararla

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Un cubano, habanero, identificado como Leodegario Lufriú Díaz escribió al diario oficialista Juventud Rebelde para dar a conocer su descontento con el proceder del Estado cubano, más específicamente del Ministerio de Energía y Minas (Minem). Según indica el cubano este organismo es el responsable del deterioro de su vivienda pero…

Alega el quejoso que durante 9 años, camiones de la Empresa de Gas Licuado (EGL) en Marianao, perteneciente al Estado cubano, parqueaban entre su casa y un punto de venta de gas licuado, generando vibraciones que a la larga terminaron afectando algunas columnas del portal y el techo de su sala. Luego de varias quejas se le prometió que a esto se le daría solución.

Primeramente el Estado encontraría un lugar donde trasladar el punto de venta de gas; segundo, repararían su vivienda pero…

Una vez trasladado el punto de venta, la casa del afectado fue olvidada.

Leodegario comenzó a tocar puertas. En distintas oficinas y ministerios del Estado. Fue peloteado de acá para allá. Fue de todo y sin medida. Al final, la respuesta recibida es que ellos no tienen nada que ver con lo sucedido.

De ahí, el hombre fue para Atención a la Población del Consejo de Ministros (APCM), otro de los organismos maquiavélicos del Estado cubano para hacerle creer a la población que sus quejas son recepcionadas y atendidas. El quejoso hizo lo que le pidieron pero…

El pasado 7 de marzo, diez días después que su queja apareciese en el Tribuna de la Habana, en su casa se presentaron dos compañeras de Atención al Cliente de la Empresa de Gas Licuado. Once días después vino la respuesta: la Empresa de Gas Licuado, perteneciente al Estado cubano alegaba que los daños no tenían que ver con ellos.

Por si fuera poco alegan que no aceptan el informe de daños certificado por Vivienda.

Un funcionario de la Empresa alega que los camiones nunca chocaron contra las columna y que si la vivienda está dañada es por los años y su lógico deterioro.

Este cubano se quedó solo batallando contra el Estado y no hubo modo en el que «papá» reconociese su culpa.

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