¡Hasta la jueza Mindy S. Glazer intervino en un rudimentario español para decirle a Chocolate que se callara la boca!
Cuando en 1959 el Che Guevara soñaba con forjar al «Hombre Nuevo» —ese ser de moral intachable, educación elevada y compromiso social sin fisuras—, seguramente no imaginaba que, 66 años después, su sueño encarnaría en Yosvani Arismín Sierra Hernández, alias Chocolate MC, compareciendo ante una corte de Miami-Dade con una resaca del tamaño del Moncada y discutiendo con una jueza sobre las proporciones exactas de la piedra de crack que obraba en su poder versus una libra de marihuana que presuntamente se encontraba en la habitación del hotel donde fue arrestado.
El «Hombre Nuevo» tenía que ser culto, educado, respetuoso de las normas. Sin embargo, ahí estaba nuestro Chocolate, la más vibrante expresión de esas décadas de educación revolucionaria: un adulto que, ante cargos de robo, posesión de drogas, daño criminal y amenazas de muerte, respondía con la elocuencia de los tiempos nuevos: «¿por qué, jefecita, si yo no soy un delincuente?», mientras, en un gesto casi histórico, medía con los dedos el “pedacito así” de crack hallado en su habitación de hotel. Irónicamente, el mismo gesto con el que el Che Guevara advertía que al imperialismo no se le podía conceder «ni tantito así». Solo que ahora, en Miami, ese «tantito así» no era resistencia ideológica: era simplemente evidencia criminal.
Claro, no sin antes exigir, medio sonámbulo y resacado, que lo dejaran ir a la celda porque tenía sueño. Todo eso en la Corte, delante de una jueza. Prioridades revolucionarias, sin duda. «Decir siempre la verdad», aconsejaba el guerrillero argentino.
En otro momento brillante, cuando la magistrada Mindy Glazer le explicaba pacientemente que había dañado la caja de seguridad de la habitación, Chocolate se defendía como quien no entiende el concepto de propiedad privada (otro logro pedagógico de la Revolución): «Yo estaba en mi habitación y me escondí en otra, ¿cómo invasión de propiedad?», argumentó.
Pero no nos engañemos. Chocolate MC no es un accidente. Es el fruto maduro (y fermentado) de un sistema que aisló a generaciones enteras, enseñándoles qué cosa es la ley. Es lo que creamos y formamos en nuestras escuelas. O una buena parte de ello.
De ahí que en pleno siglo XXI, muchos cubanos —educados en esa urna de cristal ideológica— choquen contra realidades como el sistema judicial de Estados Unidos, donde no basta con decir “yo no soy delincuente” para borrar expedientes criminales. Donde hasta la más mínima «A» que Usted pronuncie, puede causar la diferencia entre 5 y 7 – u ocho o nueve o diez – años de cárcel.
Mientras el mundo avanzaba, los “hombres nuevos” en la isla, en formación delante de la picota, recibían luego clases donde se estudiaba más a Marx y a Maceo que a Montesquieu o a los padres fundadores del derecho moderno. Y ahora, ante una jueza estadounidense, esa falta de nociones básicas de civismo, derecho y respeto institucional se despliega en toda su esplendorosa precariedad.
¿Acusaciones? Bah. ¿Órdenes de alejamiento? Me importa un comino. ¿Advertencias de que todo está siendo grabado? Yo he grabado en estudios con tecnología de punta. Chocolate estaba más ocupado en invocar a su amigo Ovi y a su «jefecito» (¿un líder de alguna “familia”?) para que lo sacaran de allí, como quien llama a un socio para que le pase la botella de ron en una fiesta.
Mientras tanto, los cargos se acumulaban como papeles viejos en una oficina estatal cubana: robo, posesión de crack, posesión de marihuana, daño criminal, amenazas de muerte, uso ilegal de dispositivos de comunicación… y uno que otro extra en condados vecinos para no perder la costumbre.
Pero, tranquilos: Chocolate sigue convencido de su inocencia. Total, en su mundo, desafiar a la autoridad es sinónimo de hombría, no de estupidez jurídica. ¿Deportación? ¿Cárcel? De paso, presuntamente insinúa que «alguien» se robó una libra de marihuana.
Después de todo, el «Hombre Nuevo» no llora ni se inmuta. Simplemente – este – bosteza, pide irse a dormir a la celda, y sigue soñando que el sistema (ese mismo al que despreció y desafió) vendrá a sacarlo del lío como por arte de magia. Si el Ché Guevara pudiera ver esto, probablemente pediría que no lo despertaran de su propio sueño eterno.
En «su favor» hasta pudiéramos argumentar que se portó muchísimo mejor que aquel otro «Hombre Nuevo», generacionalmente diferente, blanco – cis, seguramente – que amenazó hasta con entrarle a batazos a la policía, a la gente en la corte. ¿Lo recuerdan?
Se trata de Lázaro Martínez-Díaz, un cubano de 51 años que, en febrero de 2022, protagonizó un incidente viral durante una audiencia de fianza, también – como Chocolate ahora – ante la jueza Mindy Glazer en Miami-Dade.
Martínez-Díaz, quien ya estaba detenido por robo de vehículos, compareció en corte ese año acusado de asalto agravado y lesiones a otro recluso. Durante la audiencia, perdió el control y lanzó amenazas tanto a la policía como a la jueza, gritando:
“Pa’ la ping… los policías y pa’ la ping… la jueza también”.CiberCuba
Además, declaró:
“Yo voy a seguir agrediendo. Yo voy a seguir fajándome aquí adentro ahora. Voy a desping… a toda la cárcel”.CiberCuba
La jueza Glazer en ese momento fijó una fianza de $5,000, y un abogado consultado por Telemundo 51 señaló que las amenazas realizadas durante una audiencia criminal pueden constituir un delito adicional, especialmente si quedan grabadas, como fue el caso.
«Voy a desping… todo esto aquí», se le escuchó decir en un video a este otro cubano, mientras la traductora intentaba calmarlo y explicarle que todo ese comportamiento le sería muy perjudicial, mientras la jueza Mindy S. Glazer, la misma que ahora en un chapurreado español le decía a nuestro Choco que no dijera más nada, simplemente sonreía.
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