Chapuza cubana en parque fotovoltico en Ciego de Ávila obliga a traer al médico chino. Digo, a técnicos chinos

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Un nuevo capítulo de la tragicomedia energética cubana se escribe en el parque fotovoltaico Ciego Norte, en Ciego de Ávila. A un mes de su supuesta entrega, el proyecto, que debía ser una solución renovable para la crisis energética, está enredado en problemas logísticos, técnicos y, por supuesto, en la ineficiencia habitual que caracteriza estos «grandes logros» de la Revolución.

Según el medio oficialista Invasor, el parque solo está al 60% de avance, y los materiales clave para su finalización todavía no han llegado a la isla. Mientras los trabajadores cubanos se desgastan en jornadas de hasta diez horas con apenas media hora para comer, los técnicos chinos —auténticos «médicos» de esta chapuza energética— tuvieron que ser convocados para salvar lo que parecía perdido.

¿El problema? La «creatividad» cubana. Esta, en un alarde de improvisación, empezó a romper equipos diseñados para esfuerzos moderados, porque, claro, los pilotes que deben empotrarse son más largos de lo especificado. Como era de esperar, las máquinas chinas sucumbieron, y los operadores originales tuvieron que llegar al rescate. Eso sí, con su ritmo implacable: trabajar de sol a sol, sudando a mares y sin agua fría. No es de extrañar que los cubanos, acostumbrados a un estilo más relajado, se vieran «arrastrados» por el rendimiento asiático.

Esta situación recuerda a una anécdota de hace décadas, cuando Cuba importó unas locomotoras de un país europeo o asiático —el detalle exacto ya se perdió en la memoria— equipadas con un sensor inteligente. Este dispositivo detectaba irregularidades en las vías y, en caso de un desperfecto grave, hacía que el motor redujera la velocidad o incluso apagara la locomotora para evitar accidentes. ¿El problema? En Cuba, las vías estaban en tan mal estado que las locomotoras se apagaban constantemente. ¿La solución revolucionaria? Desactivar los sensores. No se arreglaron las vías, pero al menos las locomotoras dejaron de «estorbar».

Con el déficit energético superando los 1.100 MW en pleno enero, la urgencia de estos proyectos es evidente. Sin embargo, los constantes atrasos, los problemas técnicos y la falta de planificación no hacen más que oscurecer el futuro energético de Cuba.

Si esta es la «energía renovable» prometida, tal vez lo único que se renueve sea la paciencia del pueblo cubano, que ya está acostumbrado a vivir en tinieblas, literales y figurativas. Al ritmo que vamos, quizás lo único que iluminen estos parques sea el ingenio criollo para seguir sobreviviendo entre apagones.

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