«Agradecidos» porque la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, por sus siglas en inglés) sea la encargada de «repartir» en Cuba los $2 millones de dólares que le acaba de otorgar el gobierno norteamericano a su homólogo de La Habana por concepto de ayuda humanitaria para resarcir los daños del huracán Ian, el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla volvió al podio para llamar al embargo norteamericano como «el huracán sin fin», y obviando, claro está, llamar a lo que él representa «el huracán de los 63 años».
Las declaraciones de Bruno tuvieron lugar habla durante una conferencia de prensa en La Habana, Cuba, el 19 de octubre de 2022.
Allí dijo que «el embargo comercial estadounidense de décadas de antigüedad ha estado causando pérdidas financieras récord y un sufrimiento humano incalculable en los últimos meses, en un momento en que Cuba también estaba luchando contra los efectos de la pandemia de COVID-19 y Huracán Ian,» según recoge a modo de sumario de lo dicho, la agencia Reuters en una nota.
«A pesar de los anuncios positivos… el bloqueo no ha cambiado ni en su alcance ni en su profundidad», dijo Rodríguez a los periodistas reunidos, al mismo tiempo que agradecía por la ayuda a los EE.UU. y los criticaba por la política del embargo, a la cual llamó un «huracán sin fin» que ha azotado a la isla a lo largo de más de medio siglo.
En el potaje, quedaba implícito un agradecimiento a la USAID, una agencia independiente del gobierno federal de los Estados Unidos que es principalmente responsable de administrar la ayuda exterior civil y la asistencia para el desarrollo. Agencia que durante años ha canalizado ayudas de muy diverso tipo en un sin número de países.
En Cuba, a la USAID se le asocia con la subversión interna, y ha sido catalogada como el «demonio» responsable y sustento de la disidencia dentro de la isla.
La USAID ha sido, para el gobierno cubano durante años, el lobo del cuento y ella, la Caperucita. Es, según se han encargado de divulgar durante años, el peor de todos los agentes conspiradores contra el gobierno; y no por gusto ser financiado dentro de Cuba por la USAID, ha pasado a ser dentro del colorario nacional el peor de los epítetos, ofensas y «honores dentro del mercenarismo».
Sin embargo, ahora, al parecer, aceptar dinero de la USAID es motivo de celebración y jolgorio, aunque algunos como Elaine Díaz, fundadora del órgano independiente Periodismo de Barrio, tienen una idea distinta.
La joven, en su cuenta de Twitter resumió magistralmente el dolor de cientos de periodistas independientes y emprendedores cubanos que, durante el tiempo que vivieron dentro de la isla fueron estigmatizados hasta la sociedad por recibir o aspirar a recibir financimiento de esa misma agencia para sus proyectos independientes, para nada vinculados con la subversión interna, aunque al Castro-Canelato le pareciera que sí.
A través de un hilo de Twitter, Díaz recogió el sentir de muchos al expresar cómo, el gobierno de los EE.UU. lideró «una de las jugadas diplomáticas más magistrales» que ella ha visto en sus 30 y tantos años de vida.
«Obligaron a la dictadura cubana a humillarse, a renunciar públicamente a valores y principios que siempre supimos que eran actos de hipocresía, por 2 millones de dólares,» dijo Díaz y argumentó:
«La dictadura cubana aceptará dinero de USAID después de décadas de sostener un discurso contra esta agencia e, incluso, de perseguir y encarcelar personas por recibir financiamiento a través de la misma. (…) Resulta que el antiimperialismo cubano sí tiene precio y sí estaba en venta.»
Más adelante, en el hilo, continuó diciendo:
«Me genera un placer enorme verlos probar de su propia salsa. Por cada uno de los periodistas humillados en interrogatorios, por cada periodista obligado a renunciar, por cada periodista perseguido. Hoy son ustedes los humillados, los obligados a renunciar, los negociadores de supuestos principios. Esos dos millones no alcanzarán para cubrir casi ninguna necesidad de las miles de familias afectadas por le huracán. Pero el recuerdo de su profunda hipocresía pasará de generación en generación.»
Sobre todo esto, claro está, no habló Bruno Rodríguez Parrilla.
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