La pareja cubana, borrachos ambos, le exigieron a la dueña del bar que les sirviera un trago. Esta se negó y ahí mismo se formó la de San Quintín.
Un enfrentamiento violento protagonizado por una pareja cubana y una trabajadora de origen chino estremeció el barrio de Don Bosco, en Roma, el pasado sábado por la tarde. El altercado, que comenzó dentro del bar «Il Girasole» en la calle Ponzio Comino, rápidamente escaló a un caos en plena vía pública, requiriendo la intervención policial y dejando un saldo de heridos y arrestos.
Según los primeros informes, la pareja cubana, visiblemente bajo los efectos del alcohol, pidió un trago que la barista, una mujer china de 42 años, se negó a servir. La negativa provocó insultos y amenazas, llevando a una discusión que no tardó en volverse física. El hijo menor de la trabajadora intervino para defender a su madre, pero la situación se descontroló, incluyendo el lanzamiento de botellas y daños al local.
Cuando llegó la policía, encontró a las dos mujeres armadas: la cubana portaba una maza de madera, mientras que la barista sostenía un trozo de botella rota. Ambos bandos habían sufrido lesiones, pero la pareja cubana llevó la peor parte. El hombre requirió atención médica con una incapacidad de 10 días, y la mujer cubana, con heridas más graves, obtuvo una evaluación de 20 días de recuperación.
Tras ser detenida, la mujer cubana protagonizó otro episodio de violencia al interior de la patrulla policial, intentando dañar el vehículo y agredir a los agentes. Esto le valió cargos adicionales por daño a la propiedad estatal y resistencia a la autoridad, además del arresto por riña agravada.
Este incidente ocurre en un contexto de creciente tensión en Don Bosco, un barrio que ha sido escenario de numerosos enfrentamientos recientes. Los residentes expresan su frustración por el aumento de la violencia y el deterioro de la seguridad, señalando problemas estructurales como las ocupaciones ilegales y la criminalidad organizada que azotan la zona.
Mientras las autoridades investigan, los vecinos exigen soluciones urgentes para devolver la tranquilidad a un barrio que, según ellos, vive «abandonado y rehén del caos».
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