Ana Luisa Rubio: De actriz en Cuba a «okupa» en Miami

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La vida de Ana Luisa Rubio ha dado un giro insospechado y doloroso. De ser una de las actrices más queridas en la televisión cubana durante las décadas de los 70 y 80, ha pasado a convertirse en protagonista de una historia marcada por el desarraigo, la enfermedad, y un complejo conflicto legal que hoy la tiene ocupando una casa que no es suya… en pleno corazón de Miami.

Rubio, recordada por su papel como la aviadora Carmela en la novela Las impuras, fue una figura emblemática en el panorama cultural cubano, junto a colegas como Cristina Obin y Susana Pérez. Su carrera se truncó cuando decidió plantar cara al régimen cubano, convirtiéndose en disidente y pagando un precio altísimo: la represión, el ostracismo profesional, y hasta una brutal golpiza frente a su apartamento en La Habana, sin que la policía interviniera para protegerla.

Radicada en Miami desde hace años, Ana Luisa ha denunciado recientemente haber sido víctima de lo que considera un sistema judicial injusto. Asegura que la acusaron de delitos y fraudes absurdos —entre ellos, alimentar animales callejeros— y que todo desembocó en su desalojo. El drama llegó a las redes sociales, donde pidió ayuda para evitar quedar en la calle. “Yo soy una mujer mayor, soy discapacitada y no me quiero hacer la víctima… pero mi salud no está bien”, dijo.

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Su caso ganó visibilidad gracias a Maka, la actriz María Karla Rivero Veloz, quien hizo un llamado al exilio cubano para ayudarla. Así apareció Noelia, una anciana de 86 años, prima de la actriz, que le ofreció cobijo en su modesta vivienda de La Pequeña Habana. Pero lo que parecía un acto de generosidad terminó en tragedia: Noelia fue arrestada, acusada de agredir a Rubio, y luego expulsada de su propia casa. Según los testimonios, Rubio denunció que la anciana la mantenía “secuestrada” y no la dejaba salir, aunque vecinos y allegados aseguran que Noelia es una mujer tranquila y enferma del corazón.

Actualmente, Rubio permanece en la vivienda de Noelia, negándose a marcharse. “Dijo que no se quería ir, que ella tenía derechos y no iba a salir de ahí”, explicó María Karla. Ante esta situación, Noticias 23 consultó al abogado de bienes raíces Raúl Gastesi, quien explicó que “la dueña debe seguir un proceso legal: presentar notificación, esperar el tiempo requerido y luego presentar una demanda. Es largo, pero así funciona el sistema”.

Es decir, Ana Luisa Rubio ha pasado de ser desahuciada a convertirse, de facto, en «okupa». Sí, en Estados Unidos.

¿Okupa en Miami?

El caso ha dejado boquiabiertos a muchos, especialmente por cómo se desarrollaría este escenario en países como España, donde el fenómeno okupa tiene un largo historial. Allí, cuando una persona ocupa una vivienda sin título legal, el proceso de desalojo puede durar meses o incluso años. La ley protege con mucha cautela el “derecho a la vivienda” y obliga a los propietarios a acudir a un juzgado, presentar pruebas, y esperar resoluciones que muchas veces se dilatan. Hay incluso mafias que se aprovechan del sistema para entrar en casas vacías y revenderlas o alquilarlas ilegalmente.

Ahora, recientemente, fallaron a favor de que el legítimo dueño de la vivienda pueda cortar el servicio de agua y luz a los okupantes, porque eso, antes, tampoco se podía.

En Estados Unidos, sin embargo, la ley es más estricta. Aunque el desalojo tampoco es inmediato, no hay una figura legal tan extendida como el okupa europeo. Aquí, si alguien se niega a salir de una propiedad —aunque haya sido invitado inicialmente— el dueño debe seguir un proceso judicial: notificación formal, espera obligatoria y luego presentación de una demanda. Así lo explicó el abogado Raúl Gastesi a Noticias 23: “Le va a tomar tiempo, pero esos son los riesgos que uno tiene cuando trae un inquilino a la casa”.

En este caso, la propietaria legal, Noelia, tendría que llevar todo ese proceso para sacar de su propio hogar a la persona a la que una vez ayudó. Mientras tanto, Ana Luisa se aferra a esa casa, aunque legalmente no le pertenezca. En términos prácticos, está «okupando» una vivienda privada en Miami, lo que, aunque no tiene la misma resonancia ideológica que en Europa, constituye un quebradero de cabeza legal similar.

La situación ha provocado un debate entre quienes la ven como una víctima del sistema y quienes opinan que se ha excedido, al punto de invadir y permanecer en una casa ajena. La actriz Maka y su esposo, quienes iniciaron la campaña para ayudarla, han dicho abiertamente que Ana Luisa necesita no solo un techo, sino ayuda psicológica urgente.

Y así, la mujer que un día enfrentó al régimen cubano “con los ovarios bien puestos”, hoy protagoniza otro enfrentamiento: con la ley, con la justicia, con la compasión… y quizás, con su propia percepción de la realidad.

Mientras tanto, la dueña legítima de la vivienda —una anciana enferma del corazón— duerme en casa de unos primos, a la espera de que un juez le devuelva el derecho de vivir en su propio hogar.

En el país de las libertades, las paradojas también tienen techo. O lo pierden. Y todo por hacer un favor; por eso, cada vez menos, la gente está dispuesta a ayudar.

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