¿Alguien permuta? Vender casas para salir del país es la tendencia en Cuba

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El clásico trámite de la permuta en Cuba, el procedimiento que por décadas fue el único legalizado en el país para adquirir una nueva vivienda, se ha puesto cada vez más en desuso debido a la posibilidad de compra y venta de propiedades que, de paso, está asociado casi siempre con el deseo de emigrar del país.  

Lo primero que viene a la mente de un cubano cuando encuentra un anuncio de venta de viviendas es la posibilidad de una travesía migratoria desde Nicaragua o desde cualquier otra zona latinoamericana de las que sirven como puente de tránsito hacia los Estados Unidos. Tanto es así que el valor de las casas en Cuba ha llegado a descender al punto tal de que una vivienda amplia, confortable, con varias habitaciones y la mayoría de sus bienes dentro, puede costar mucho más barata que un carro. 

La gente ya no quiere permutar, son muy pocos los que acuden a la alternativa de cambiar una zona o un barrio por otro. La mayoría quiere cambiar de país y para conseguir el dinero lo primero que viene a la mente es entregar una vivienda al mejor postor. En la mayoría de los sitios de anuncios clasificados abundan las propuestas de casas en venta y aunque en algunos casos los propietarios no aspirar a salir del país, tampoco quieren acudir a la conocida permuta porque es mejor obtener una ganancia y luego comprar otra de las tantas que se venden actualmente en el país. 

Aunque ambos trámites requieren harto papeleo y trabas burocráticas, la antigua permuta se usa cada vez menos, mientras que las ventas sitúan precios en picada gracias a la abundancia de un mercado inmobiliario alternativo, fundado en el deseo de emigrar que ya es tendencia en Cuba. 

Es tan así que una mujer que saldrá hacia los Estados Unidos junto con su hija, de manera legal y gracias a un proceso de reclamación que tardó 10 años, asegura que por el momento no va a vender su casa. 

“Los precios son muy bajos. Es mucho el sacrificio que se necesita para levantar una casa en Cuba como para luego tener que venderla en unos cuantos miles que al final no representan casi nada para un recién llegado en los Estados Unidos. Yo voy a trabajar hasta sangrar y luego veré que hago con mi casa de Cuba. Venderé otras cosas, pero no la casa. Me voy y la dejo cerrada”, explicó la señora cuya posición de migrante legal le permite retornar a Cuba cuando lo desee. 

También otro hombre opina parecido. En su caso no tiene la posibilidad de llegar a Estados Unidos de forma legal, pero está convencido de que quedarse en Cuba tampoco es la solución para su vida. Con su pasaje hacia Nicaragua en la mano y ultimando detalles del cambio de dinero después de vender un auto, aseguró que la casa no la tocará. “No sé cómo me saldrán las cosas, no quiero regresar pero no sé si estaré obligado a hacerlo. La venta de la casa siempre será la última opción porque es patrimonio familiar y no estoy dispuesto a recibir poco dinero a cambio, mucho menos ahora que todo el mundo está vendiendo casas”, dijo. 

A pesar de ese incremento en las ventas, el tema de la vivienda en Cuba es uno de los más delicados que enfrenta el régimen comunista. La situación de los inmuebles es precaria y la capacidad para construir se haya limitada no solo por escasez de materiales, sino también por el costo que adquieren tanto en el mercado legal, donde casi siempre faltan, como en el ilegal, donde aparecen pero a precios exorbitantes. 

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