Nuevos testimonios y documentos consultados por este medio sostienen que Adrián Cruz Hidalgo —señalado por el doble homicidio de Ailén Tartabull y Víctor Manuel Ojeda Alpízar en Cienfuegos— podría estar vinculado a otra muerte violenta previa que nunca se esclareció. La pieza central de estas revelaciones es el relato de “Raúl”, un trabajador del MININT que accedió a contar lo que sabe – lo que se rumora dentro y fuera, con relación a ese asesinato y a Adrián Cruz Hidalgo – bajo condición de anonimato.
Según su testimonio, en un pasado no tan lejano, Cruz Hidalgo amenazó a un hombre que hostigaba con frecuencia a un hijo suyo; días después, ese hombre apareció apuñalado en una callejuela aledaña al Tribunal Municipal en Cienfuegos, muy cerca de las oficinas de la Gerencia de Etecsa en la provincia, y el caso quedó “congelado” pese a que, en palabras de «Raúl», se sabía que Cruz era el único que había amenazado a este hombre.
Este ángulo encaja con el perfil de riesgo que han descrito medios independientes desde 2024. Además del doble crimen cometido, recordemos, a Cruz se le atribuye un antecedente por el asesinato de una expareja en la barriada de Pueblo Griffo, por el que habría cumplido SOLO seis años de cárcel.
Lo que pasó el día del doble crimen, según “Raúl”
«Raúl» reconstruye así la secuencia del fatídico hecho, ocurrido a finales de mayo de 2024. En la casa, de dos plantas, vivía Ailén, encima, y debajo de ella una hermana de Cruz Hidalgo. En esta última casa se encontraba una trabajadora doméstica que según rumores en la cuadra, escuchó a la mujer decirle a Cruz Hidalgo que «no la pinchara más pues se estaba desangrando”.
Según esta información la empleada de limpieza intentó subir con la hermana de Cruz, pero —siempre según el testimonio de «Raúl» recogido entre las diversas fuentes de la investigación policial— esta última se negó. Tras unos minutos, la empleada de limpieza subió, se cruzó con Cruz Hidalgo bajando las escaleras. “¿Pasa algo?”, le preguntó. “No”, fue la respuesta de este y salió hacia la calle. Ella al notar demasiado silencio, se atrevió a subir, y encontró el cuerpo de Ailén, inerte.
Luego, Cruz Hidalgo habría ido a la bodega donde trabajaba Víctor Manuel Ojeda Alpízar (“El Chino”). El bodeguero tenía el candado en la mano para cerrar cuando Cruz le pidió que entrara porque “tenía que hablar con él”; dentro se produjo el ataque. Cruz Hidalgo lo asesinó creyendo que este tenía una relación con su exesposa (Ailén), pero «Raúl» asegura que la relación era, al contrario, con la hermana del presunto asesino, que como dijimos vivía debajo. No obstante, los rumores que a él llegaron, situaba erróneamente a «El Chino» de pareja con la víctima.
Afuera, un auto lo esperaba en la esquina para la huida. Encima llevaba una mochila llena de dinero. Este hecho, el que al menos un conocido pudo prestarle apoyo logístico y lo llevó hasta Aguada de Pasajeros, le sugiere a la policía que el asesinato fue planificado. Presuntamente el conductor del auto, amigo de Cruz Hidalgo, no sabía que este cometería el doble crimen.
Estos elementos —que describen frialdad operativa, control del tiempo y posibles cómplices y una huída del país, — dialogan con lo publicado por la prensa independiente en los días siguientes: la fuga inmediata del sospechoso; que no hubo captura ni avances públicos de la investigación, pues Cruz Hidalgo gozó siempre de una holgada posición económica con negocios en la ciudad —entre ellos el bar La Divina—, elementos que, según vecinos, han facilitado su prolongada condición de prófugo. Existen rumores de que había salido hacia México, pero no hay confirmación oficial. Eso sí, en el entorno de su familia, se dice que él llama a su hermana continuamente.
Un patrón que va más atrás
El testimonio de Raúl también sitúa a Cruz en un episodio previo de violencia al que hacíamos referencia en los primeros párrafos. Años antes, un hijo suyo residente en los Estados Unidos, viajó a Cienfuegos y allí quedó «atrapado», como consecuencia de la estancia forzada en Cuba por la COVID, y se vio obligado incluso a trabajar. El joven, que es luchador, habría tenido un problema con otra persona, a la que habría provocado lesiones de consideración; tantas que requirió hospitalización. El padre de este joven, lo habría provocado, presentándose repetidas veces a la salida de su trabajo en un bar, tantas veces que el joven sintió temor por su vida. Se lo comentó a su padre, y este le dijo «si te quieres ir del país avísame, que yo tengo recursos para hacerlo».
No obstante, Cruz Hidalgo decidió ir a hablar con el sujeto, y le pidió que «lo dejara tranquilo».
«Poco después ese hombre apareció muerto a puñaladas en la calle que sube hacia el tribunal municipal. Se sabía quién lo había amenazado, pero como tenía tanto dinero, la muerte se quedó ahí, sin investigar”, resume Raúl.
A esa historia soterrada se suma lo ya publicado: Cuballama recogió que el primer homicidio atribuible a Cruz habría ocurrido en Pueblo Griffo y que la condena cumplida fue breve para la gravedad del hecho; probablemente debido a su poderío económico y sus contactos locales, que habrían ampliado su margen de maniobra dentro de la llamada «ley». Con el doble crimen de 2024, la suma de indicios sugiere una escalada que no empezó en mayo.
A más de un año del doble asesinato, Adrián Cruz Hidalgo sigue prófugo. Hay un indicador del déficit investigativo en un caso que conmocionó a Cienfuegos. La PNR de la provincia ha publicitado éxitos puntuales —por ejemplo, un robo resuelto en horas a 16 km de la ciudad— que, lejos de tranquilizar, acentúan la pregunta de fondo: ¿por qué no avanza un expediente con dos víctimas, testigos y una comunidad que identifica al agresor desde el primer día? «Raúl» asegura que se cuenta con los elementos para saber dónde se encuentra Cruz Hidalgo y deportarlo a la isla, pero la lentitud, inercia y desidia, donde él trabaja, le hace presumir que hay «algo más». ¿Estará pagando a algún responsable para que no sea capturado?
Mientras familiares y vecinos piden justicia para Ailén y Víctor, las revelaciones de Raúl abren otra puerta: la verificación formal de aquella muerte a puñaladas cerca del Tribunal Municipal —con un antecedente de amenazas— que habría quedado sin cierre. Corresponde a las autoridades confirmar o descartar esa conexión, revisar el expediente y transparentar resultados. Sin ese paso, Cienfuegos seguirá sumando esquinas de silencio.
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