De acuerdo con una fuente oficial, la administración del demócrata Joe Biden «casi ha completado una revisión exhaustiva de la política de sanciones de Estados Unidos», reveló en las últimas horas el diario The Wall Street Journal.
El diario cita las declaraciones de un funcionario, quien revela que esta revisión terminará completamente a fines del verano.
Ya en días pasados se adelantaron algunas de estas «nuevas medidas», que se contraponen a las tomadas por la administración del republicano Donald Trump.
Este último impuso severas sanciones a países como Irán, Cuba, Corea del Norte, Venezuela y Nicaragua, entre otros. Según los expertos, cada uno de estos países, adversarios de los Estados Unidos en la arena política internacional, sufrieron contracciones económicas, graves en algunos casos; en gran medida porque estas sanciones llegaron justo con el azote de la pandemia de la COVID-19, que restringió el movimiento de la economía de manera global.
Biden, sin embargo, tiene otra teoría. Para lograr los cambios democráticos en esos países y en general para evitar una política exterior «conflictiva» con ellos, su estrategia tendría que diferir de la administración precedente.
The Wall Street Journal indica que «los esfuerzos de sanciones tuvieron éxito en ayudar a empujar a Irán y Venezuela a contracciones económicas y cortar los vínculos de Corea del Norte con las redes financieras y comerciales globales, logrando objetivos a corto plazo», pero Biden parece decidido a establecer una relación económica menos «belicosa» con algunos de estos gobiernos.
Es por eso que si bien los EE.UU. establece de modo general como «política» el uso de las sanciones punitivas «con el objetivo de detener las campañas de presión radicales, evitar daños económicos colaterales y actuar de manera conjunta con los aliados en lugar de (hacerlo) unilateralmente», esta administración tiene un modo diferente de aproximarse a esa estrategia. O al menos el modo en cómo enfocarla, para obtener los cambios deseados.
Las está «renovando», dice el diario norteamericano, que cita personas involucradas en este «proceso de planificación».
WSJ afirma que todavía hay detalles que «se están resolviendo», pero «los funcionarios de la administración de Biden han presagiado elementos de la nueva estrategia en una serie de acciones, que no solo incluirá a países cómo Irán y Corea del Norte, coquetos con el uso de la energía nuclear en armas, sino también en otros como Cuba».
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«Los detalles del enfoque del presidente Biden también fueron descritos por funcionarios de la administración actuales y anteriores, así como por funcionarios entrantes durante las reuniones del Congreso», señala WSJ y añade que «la revisión de la política establece una fuerte desviación de la administración Trump», que en el caso de Cuba ya se ha «adelantado», que pudiera incluir el regreso de las remesas y los vuelos comerciales a la isla.
Cuba aspira que la administración Biden retome al menos la hoja de ruta trazada por Barack Obama en el año 2014, pero todo parece indicar que este gobierno demócrata querrá ver al menos cambios en materia de derechos humanos en la isla, antes de abrirse con los brazos extendidos.
Hace unos años, Biden servía como vicepresidente de los EE.UU. y pudo ser testigo de las mordeduras que recibió su presidente, Barack Obama, cuando extendió su apoyo a la isla.
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