El activista holguinero Norge Ernesto Díaz Blak, conocido en redes como Noly Black, acaba de pasar del lado de quienes documentan la tragedia sanitaria en Cuba al de quienes la padecen en carne propia.
En un video reciente, grabado con la voz quebrada y aspecto visiblemente cansado, contó que tanto él como su esposa están enfermos de dengue y pidió a sus seguidores “que le den un chance”, que entiendan la ausencia temporal de directos, entregas y campañas de ayuda porque, literalmente, no tiene fuerzas para seguir al mismo ritmo.
El mensaje, breve y doméstico, contrasta con las imágenes a las que nos tiene acostumbrados: casas bajo el agua, madres llorando ante la cámara, ancianos sin alimentos y barrios enteros devastados tras el paso del huracán Melissa por Holguín.
Noly Black se ha convertido en los últimos años en una referencia de la ayuda comunitaria en el oriente cubano. Sus videos han mostrado a familias de Yaguabo y otros asentamientos del municipio de Cacocum que lo perdieron todo con las inundaciones, y han detonado campañas de recaudación para comprar casas o reconstruir techos para madres en extrema pobreza en Banes y otras localidades.
Su trabajo le ha valido el respeto de muchos cubanos que lo ven como prueba de que “solo el pueblo salva al pueblo”: un joven con un teléfono y una moto recorriendo caminos de fango, conectando donantes dentro y fuera de la isla con quienes apenas tienen qué comer.
Su propio cuerpo, sin embargo, venía castigado desde antes. En octubre se supo que había sufrido un accidente de tránsito en Holguín y que llegó a perder momentáneamente la memoria, lo que encendió alarmas entre sus seguidores y abrió incluso sospechas de agresión, aunque nunca llegaron a probarse. Tras unos días de observación, reapareció para agradecer el apoyo y prometió seguir con las ayudas. Pocas semanas después, cuando todavía el oriente del país no se repone de los daños de Melissa, el dengue lo ha dejado fuera de combate junto a su esposa.
La enfermedad de Noly llega en medio de una crisis sanitaria reconocida ya por organismos internacionales. La Organización Panamericana de la Salud ha señalado que Cuba tiene en 2025 la mayor incidencia de chikungunya y oropouche de toda la región, y que el dengue también ha aumentado de forma significativa, con más de 9.600 casos reportados y tres serotipos circulando al mismo tiempo, lo que incrementa el riesgo de formas graves.
El periodista Mario J. Pentón divulgó esos datos en redes sociales y los comentarios que recibió son, en sí mismos, un parte epidemiológico paralelo: usuarios que aseguran que “más del 80 % del barrio ya lo tuvo”, familias enteras enfermas al mismo tiempo, personas que prefieren no ir al médico porque “no hay nada” y todo se resuelve con remedios caseros.
Esa brecha entre las cifras oficiales y la experiencia cotidiana es la misma que Noly Black ha venido documentando con su cámara. Si una madre de Cacocum llora pidiendo comida para sus hijos mientras el Estado minimiza la pobreza, él la graba y convoca ayuda.cuballama.com+1 Si cientos de casas siguen bajo el agua días después del ciclón, él recorre las zonas anegadas y cuenta una por una las familias que necesitan colchones, comida, ropa.CiberCuba+1 Ahora que le toca ser paciente, el activista que siempre está pidiendo solidaridad para otros tuvo que pedir algo más simple: tiempo para recuperarse.
En un país donde la epidemia de arbovirosis corre por barrios completos y el sistema de salud apenas consigue reaccionar, que un rostro tan visible como el de Noly Black caiga con dengue funciona como recordatorio de que nadie está a salvo, ni siquiera quienes se dedican a sostener a los demás. Su “denme un chance” no es solo una disculpa a la audiencia, sino la constatación de un límite físico: incluso los que cargan sobre sus hombros la miseria ajena necesitan, de vez en cuando, detenerse para sobrevivir.
