Un tribunal italiano ha condenado al cubano Osiel Mancha Pereira, de 47 años, a 13 años y ocho meses de prisión por el asesinato del empresario italiano Luca Bruschini, crimen ocurrido en febrero de 2024 en la ciudad de Terni. La sentencia incluye además una medida posterior: al cumplir su condena, el cubano será trasladado a una Residencia para la Ejecución de Medidas de Seguridad (REMS), reservada a individuos con trastornos psiquiátricos peligrosos para la sociedad.
El ataque por parte del cubano fue brutal y premeditado. Mancha Pereira esperó a su víctima a la salida de la empresa Ternicolor, donde ambos trabajaban, y lo golpeó en la cabeza con un objeto metálico. Bruschini, de 41 años, cayó en coma y permaneció 131 días en terapia intensiva, hasta que finalmente falleció el 26 de junio de 2024 por las complicaciones derivadas de las heridas.
Inicialmente, el agresor se entregó a las autoridades y admitió el crimen. Sin embargo, durante el juicio, el cubano intentó retractarse, alegando confusión mental, traumas infantiles vividos en Cuba y un supuesto complot de compañeros de trabajo. Su defensa argumentó que padecía un trastorno delirante crónico, argumento respaldado por un informe psiquiátrico que reconoció una deficiencia mental parcial, aunque no lo suficiente para eximirlo de responsabilidad penal.
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Este no es el único caso reciente de un cubano condenado en Italia por asesinato. En enero de 2025, la justicia italiana sentenció a Johnatan Fals Reyes a 15 años de prisión por el asesinato de su arrendador, el rumano Iulian Avadani, a quien apuñaló 37 veces en Desio, en junio del año anterior. En su caso, también se argumentó una afectación mental parcial por trastornos obsesivos y persecutorios, lo que condujo a su confinamiento en una estructura psiquiátrica judicial.
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Ambos casos han generado sorpresa en la comunidad italiana y entre la diáspora cubana, donde este tipo de crímenes no son habituales. Pero lo cierto es que en menos de seis meses, dos ciudadanos cubanos han recibido condenas por homicidios cometidos en suelo italiano, y en ambos procesos se ha intentado usar la carta de la incapacidad mental para reducir la pena. Aun queda por juzgarse otro caso: el de una cubana de 40 años que atropelló a una persona, le dio muerte y abandonó la escena.
Las autoridades judiciales italianas, sin embargo, han dejado claro que si bien toman en cuenta las evaluaciones psiquiátricas, estas no pueden utilizarse como excusa para eludir la responsabilidad penal.