El 10 de enero de 2025, la Corte de Asise de Monza condenó a 15 años de prisión a Johnatan Fals Reyes, un ciudadano cubano de 30 años, por el asesinato de Iulian Avadani, su arrendador rumano de 48 años. El crimen ocurrió en junio de 2024 en una casa de ringhiera en el centro de Desio, Italia, donde Fals Reyes residía como inquilino.
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Según las investigaciones, Fals Reyes atacó a Avadani con 37 puñaladas en el ballatoio (balcón compartido), convencido de que la víctima estaba envenenando su comida. Una pericia psiquiátrica determinó que el acusado padecía trastornos mentales de tipo obsesivo y persecutorio, lo que redujo parcialmente su capacidad de entender y querer en el momento del delito. Por ello, la corte dispuso que cumpla su condena en una estructura psiquiátrica judicial.
La fiscalía había solicitado una pena de 20 años de reclusión, eliminando la agravante de motivos fútiles tras confirmarse la semiinimputabilidad del acusado y sin reconocerle atenuantes, dado que Fals Reyes no confesó el homicidio ni colaboró con las autoridades. Sin embargo, la corte le concedió atenuantes genéricas, reduciendo la sentencia a 15 años. Además, se ordenó una indemnización de 80.000 euros para cada una de las dos hijas de la víctima, de 18 y 20 años, quienes se constituyeron como partes civiles en el proceso.
El abogado defensor, Pierpaolo Cassarà, cuestionó la pericia psiquiátrica, argumentando que su cliente estaba bajo un tratamiento farmacológico intenso durante la evaluación, lo que podría haber afectado los resultados. Asimismo, solicitó la absolución de Fals Reyes, alegando la falta de pruebas concluyentes y sugiriendo la posible participación de terceros en el crimen. No obstante, la corte desestimó estas alegaciones.
Fals Reyes, originario de Santiago de Cuba, había sido detenido previamente por posesión de armas blancas y trabajaba en locales nocturnos. Tras el asesinato, fue arrestado cerca de la escena del crimen mientras intentaba deshacerse de su ropa ensangrentada y del arma homicida. A pesar de las pruebas en su contra, siempre negó su responsabilidad, afirmando: «No lo maté yo, no tenía deudas de alquiler».
Este caso ha generado conmoción tanto en la comunidad local de Desio como entre la diáspora cubana en Italia.
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