El diario oficialista Girón ha publicado recientemente una crónica sobre la condena de «A, B y C» a diez años de cárcel por delitos de hurto y sacrificio de ganado mayor en la provincia de Matanzas. Sin embargo, más allá de informar sobre un hecho de relevancia, el artículo pone en evidencia el absurdo y la falta de profesionalismo con que la prensa oficialista cubana suele narrar los acontecimientos.
Según el reporte, los imputados, identificados únicamente como «A, B y C», junto a otros cómplices no identificados, perpetraron el robo de seis caballos en la finca Jorge, en Los Arabos, durante la noche del 8 de junio de 2022. Armados con escopetas y machetes, hirieron al custodio de la finca con disparos de perdigones y procedieron a sacrificar los animales, cuyo valor ascendía a 110,000 pesos. La carne fue posteriormente vendida, incluso trasladándola a La Habana en autos rentados.
El uso de simples letras para referirse a los acusados es una práctica que roza lo absurdo. Si el objetivo era proteger la identidad de los implicados, existen formas más profesionales de hacerlo, como utilizar las iniciales de sus nombres y apellidos o referirse a ellos por sus primeros nombres sin mencionar apellidos. Este método de identificación genérico no solo confunde al lector, sino que también resta credibilidad al relato y refleja una falta de respeto hacia el público que merece estar bien informado.
Esta forma de reportar evidencia la poca rigurosidad y profesionalismo de la prensa oficialista cubana. En lugar de ofrecer detalles que permitan comprender el contexto y la gravedad del hecho, se opta por narrativas simplistas y poco esclarecedoras. La ausencia de información clave dificulta el entendimiento de la situación y limita el análisis profundo que debería acompañar a noticias de este calibre.
Un análisis sobre el sacrificio y hurto de ganado mayor, más allá de la torpeza periodística del «A, B y C»
La prensa oficialista cubana, con su obsesión por imponer sanciones ejemplares, parece más interesada en dar un show mediático que en resolver los problemas reales detrás de los delitos. En 2024, se procesaron a más de 1,615 personas por hurto y sacrificio ilegal de ganado, en su mayoría campesinos que terminan con penas de cárcel desproporcionadas. ¿Pero quién habla de las razones de fondo? Nadie. Y no porque no existan, sino porque al Gobierno no le conviene admitir que el sector ganadero está en ruinas gracias a sus políticas.
Girón y compañía nos vienen con este dramón protagonizado por «A, B y C». ¿En serio? «A, B y C» no son solo letras, son personas con historias y contextos que nunca sabremos porque a nadie le importa contarlas. Mientras tanto, seguimos con una prensa que ni informa ni investiga. Y así no se arregla nada. En lugar de darnos detalles humanos o el contexto completo, nos entregan este relato impersonal y frío que no ayuda a entender nada. Y peor aún, deshumanizan a todos los involucrados: desde los custodios que arriesgan su vida por proteger ganado hasta los mismos campesinos, que muchas veces recurren a estos actos porque no tienen otra opción.
Pero lo más ridículo de todo no es solo cómo lo cuentan los medios oficialistas, sino las cifras que utilizan. ¿Dónde están los datos del 2023? ¿Los del 2024? ¿Por qué los gráficos que acompañan el artículo terminan en el 2022? Esto huele a censura. Desinformación. Como mínimo, poco profesionalismo.


Cuba necesita un periodismo que deje de ser vocero del poder y empiece a hacer preguntas incómodas. ¿Por qué se roba ganado? ¿Por qué la ganadería está en ruinas? ¿Por qué seguimos viendo las mismas historias año tras año? Pero claro, esas preguntas son demasiado incómodas para un sistema que solo busca mantener el control.
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