Cubanos vuelven a Versailles para exigir derechos humanos y libertad para Cuba

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En Miami, la palabra “Versailles” no remite a Francia, sino a un restaurante en la Calle Ocho que funciona desde hace décadas como ágora política del exilio. Allí, frente a sus ventanales y a la ventanita del café, se reunieron de nuevo ayer, decenas de cubanos y cubanoamericanos en el Día Internacional de los Derechos Humanos para exigir algo que suena básico y, sin embargo, sigue siendo inalcanzable en la isla: libertades civiles elementales y el fin de la represión.

Los manifestantes, convocados como parte de una jornada global de protestas, desplegaron carteles y banderas y repitieron consignas que ya forman parte del archivo sonoro del exilio: “Libertad”, “Patria y vida”, “Abajo la dictadura”.

Muchos de ellos llegaron con el mismo argumento en la punta de la lengua: en Cuba no se puede hablar, no se puede disentir, no se puede pensar distinto sin arriesgarse a la cárcel. Lo que en Miami se da por sentado —opinar, marchar, denunciar a un gobierno— del otro lado del estrecho puede terminar en un expediente policial.

El contexto inmediato es el deterioro acelerado de la vida cotidiana en Cuba: apagones que pueden extenderse hasta 20 horas, colas para conseguir comida, servicios colapsados y una crisis migratoria que ha vaciado barrios enteros. Organizaciones de derechos humanos y plataformas del exilio calculan que hay más de mil presos políticos, muchos de ellos encarcelados tras las protestas de julio de 2021 o por manifestaciones más recientes contra los apagones y la escasez. Las caras de esos presos aparecen una y otra vez en pancartas, camisetas y carteles impresos que los familiares y activistas levantan en actos como el de este 10 de diciembre.

Quienes protestan insisten en que lo hacen sobre todo por quienes no pueden estar allí. Algunos tienen familiares presos o bajo régimen de vigilancia en la isla; otros salieron al exilio después de haber sido reprimidos en manifestaciones y ahora utilizan el espacio de Miami para amplificar un reclamo que en Cuba suele ser silenciado con detenciones, actos de repudio o juicios ejemplarizantes. La consigna de la jornada —derechos humanos y libertad para Cuba— intenta reunir bajo un mismo paraguas demandas que van desde el fin de la censura hasta elecciones libres y la liberación de todos los prisioneros por motivos políticos.

Así lo recogió la reportera cubanoamericana Jany Gónzalez.

Versailles vuelve así a su papel habitual: punto de encuentro, escenario de cámaras de televisión y termómetro del ánimo del exilio. Cada nueva concentración allí recuerda que el conflicto cubano no es solo una disputa geopolítica o ideológica, sino también una discusión pendiente sobre derechos básicos que una parte de la sociedad reclama en la calle y otra, dentro de la isla, apenas puede susurrar.

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