La periodista matancera Yirmara Torres Hernández, reportera de la radio estatal, volvió a cuestionar el manejo oficial del brote de chikungunya en su provincia con un mensaje que corrió como pólvora en Facebook. “Hace tres meses los matanceros éramos unos exagerados y el chikungunya no era preocupante. ¿Qué pasó?”, escribió, interpelando directamente a las instituciones de salud de Matanzas.
Su post llega en un momento en que vecinos de varios barrios describen falta de fumigación, escasez de fármacos e insalubridad persistente, mientras el número de casos continúa al alza pese a los llamados a la calma.
Torres ya había narrado el fallecimiento de una mujer del entorno de su hijo, atribuido a complicaciones tras contraer chikungunya junto a otra enfermedad de base. “No hay muertos, pero los hay”, dijo entonces, en abierta contradicción con la versión oficial que descarta decesos vinculados al actual repunte.
Tras sus publicaciones, la emisora donde trabaja, Radio 26, difundió una nota firmada por la dirección provincial para desmarcarse: señaló que “plataformas digitales extranjeras” habrían “manipulado” lo dicho por la periodista, defendió la “transparencia” del sistema sanitario y negó ocultamiento de información; al mismo tiempo, recordó que Torres “no ocupa cargos de dirección”, intentando acotar su alcance a una opinión personal.
El costo político de este episodio es evidente: una voz procedente del propio entramado mediático oficial cuestiona la narrativa de control. La descripción de comunidades con agua intermitente, mosquitos fuera de control y protocolos que no llegan a tiempo choca con la promesa de “situación bajo control”.
Con su pregunta —“¿Qué pasó?”— aún sin respuesta clara, el debate público se centra ahora en si las autoridades reaccionaron tarde y en qué medida la comunicación oficial minimizó señales de alerta que la ciudadanía ya venía reportando.
