Las autoridades cubanas entregaron esta semana a Zhi Dong Zhang —alias “Brother Wang”— a México, país que a su vez lo trasladó de inmediato a Estados Unidos para enfrentar cargos federales por tráfico de fentanilo, cocaína y lavado de dinero.
Zhang fue detenido en La Habana a finales de julio tras fugarse de un arresto domiciliario en la Ciudad de México el 11 de julio de 2025, medida que le había sido concedida mientras se resolvía su extradición a EE. UU. por una acusación de 2022 en Atlanta.
La extradición de Cuba a México y el traslado posterior a EE. UU. fueron confirmados por autoridades mexicanas y reflejados por varios medios internacionales. Según fuentes mexicanas y estadounidenses, Zhi Dong Zhang operaba como intermediario entre proveedores químicos de fentanilo en China y los cárteles de Sinaloa y Jalisco, con esquemas de blanqueo calculados en hasta 150 millones de dólares anuales.
La secuencia de su fuga y recaptura añade capas al caso: tras escapar en México, Zhang voló a Cuba y trató de entrar en Rusia, que le denegó el ingreso, por lo que regresó a la isla, donde fue detenido.
A falta del expediente completo, lo verificable hasta ahora es que el supuesto “broker” chino vuelve a estar bajo jurisdicción de EE. UU., que lo acusa de mover grandes cargamentos de drogas y coordinar pagos a través de casas de efectivo y cuentas bancarias en varios países, según reseña AP News.
Para Washington, su captura representa un golpe a cadenas transnacionales que surten de precursores y fentanilo al mercado estadounidense. En México, el episodio ha reavivado el debate sobre fallos judiciales, corrupción y custodias laxas que permitieron su escape; en La Habana, el gesto alimenta lecturas sobre cooperación y cálculo político en un contexto de alta presión regional sobre el narcotráfico.
La otra historia de la detención y entrega de Zhi Dong Zhang: el sarcasmo (y la suspicacia) en los comentarios
Si el parte oficial traza una línea recta, las redes dibujan la letra pequeña.
Un post en Facebook publicado por el periodista cubanoamericano Mario J. Pentón, que informó de la entrega de Zhi Dong Zhang , convirtió la noticia en una crónica coral de escepticismo y guasa al más puro estilo cubano.
Un hilo recurrente entre los comentarios es la pregunta de que “¿a cambio de qué?” entregaron al peligroso ciudadano.
Convencidos varios internautas de que “Cuba no da nada gratis”, muchos comenzaron a fantasear, entre los comentarios, con la posibilidad que el cambio se hubiese hecho por “pollo, salchichas o petróleo” o, en versión macro, por “una termoeléctrica”.
La idea de que el Gobierno “se limpia la imagen” aflora una y otra vez, con guiños al “caso Ochoa” como espejo histórico del teatro y los chivos expiatorios, también apareció entre quienes opinaron. Y también hay dudas de procedimiento: “¿Cómo entró a Cuba si tenía alerta de Interpol?”, “¿Por qué lo capturaron en julio y se supo ahora?”, o “la nota oficial dice México, no EE. UU.”, apuntando a las versiones cruzadas de la secuencia (Cuba → México → EE. UU.)
Resultado de labores de investigación, cooperación internacional y coordinación, el 30 de octubre de 2024 autoridades mexicanas del @GabSeguridadMX detuvieron en la Ciudad de México a Zhi Dong “N”, identificado como responsable del tráfico internacional de droga, lavado de dinero… pic.twitter.com/0J3ieN3uE3
— Omar H Garcia Harfuch (@OHarfuch) October 24, 2025
Sin embargo, hubo quien fue más allá haciendo humor, con una catarsis y sospecha encapsulada, bautizando al detenido como “el chino del pozo”, mientras otros ironizaban con que “parece bobito y es un capo” o con que el logo de Adidas de la ropa que llevaba puesta delata que “no es el capo real, es la copia”.
Otros, más agudos y serios que otra cosa, señalaron que La Habana ha puesto «las barbas en remojo» ante la ofensiva de Washington contra redes de fentanilo. Otros comentarios colocan el foco en la oportunidad: “Entregar a un narco cae perfecto para ganar puntos”, “están cagados con los portaaviones”, “se quieren poner en buenas con el tío Trump”.
Entre la indignación y el alivio práctico hay quien no se traga la épica y exige explicaciones: cronología completa, vínculos reales, y, sobre todo, qué se negoció entre La Habana, Ciudad de México y Washington.
En suma, el expediente judicial dirá si Zhi Dong Zhang era la pieza mayor que describen las acusaciones. Pero ya dejó otra evidencia: la opinión pública cubana en redes se ha vuelto más rápida, sarcástica y desconfiada que cualquier comunicado.



















