El anuncio del Grupo Empresarial Tabacuba de que seis productores destacados recibieron autos modernos como parte de un programa de incentivos ha generado una ola de reacciones encontradas en redes sociales. Mientras algunos lo celebran como un reconocimiento justo al esfuerzo de quienes sostienen uno de los principales rubros exportables del país, otros lo ven como un gesto elitista que deja en evidencia las desigualdades y la manipulación política del sector.
En el acto, al que asistieron directivos de Tabacuba y representantes de Mercedes Benz, se presentaron los vehículos y se explicó su funcionamiento.
Según la empresa, se trata de un estímulo por los buenos resultados obtenidos en la última campaña, en un contexto en que la producción tabacalera sufre serios retos por falta de insumos y de liquidez. Para algunos funcionarios, este tipo de iniciativas refuerza el vínculo entre instituciones y productores y asegura mayor rendimiento futuro.
Sin embargo, la lectura que hicieron muchos cubanos en internet fue muy distinta. Elizabeth González Aznar celebró por un momento la buena noticia, pero rápidamente cuestionó la lógica del sistema: “¿Por qué BioCubaFarma no puede hacer lo mismo con los científicos? Mi padre lleva más de 30 años esperando ayuda con su carro, y nada. Mientras tanto, los hijos y sobrinos de dirigentes andan en autos nuevos. ¿Es esto lógico en un país socialista?”.
Otros apuntaron a la falta de coherencia entre el discurso oficial y la realidad.
“Más de 8 millones de personas mueren al año por tabaquismo, pero como da dinero, ahí están los incentivos. Para los maestros ni una bici eléctrica”, escribió Camila Guevara, a lo que otro usuario añadió: “Los médicos que salvan vidas pasan trabajo para llegar al hospital, mientras los tabaqueros se van en Mercedes”.
Hubo también críticas desde dentro del propio sector. Alex Sánchez, integrante de una UBPC, denunció que su colectivo entregó más de 160 toneladas de capa de exportación en los últimos tres años y nunca ha recibido beneficios similares.
“Todavía nos deben casi la mitad de los MLC generados en la campaña 24/25. Nadie obtiene esos resultados y a nosotros no nos toca nada”, subrayó.
El tono sarcástico no faltó: “Mira las barrigas de esos destacados, parecen más funcionarios que campesinos”, comentó Juan Carlos Martínez Rodríguez, mientras otros ironizaron sobre el altísimo costo de mantener un Mercedes en un país donde escasea hasta el combustible. Un internauta fue más directo: “Esto no es un premio, es extorsión. El productor no puede usar su dinero libremente y lo obligan a comprar donde el Estado decide. Si no, se queda sin nada”.
No obstante, también hubo voces que defendieron la medida. Marlen Piedrafita aseguró que los vehículos fueron adquiridos con los ingresos en MLC generados por los propios resultados de los productores, con Tabacuba facilitando la operación: “Es fruto de su trabajo, de los rendimientos alcanzados. Algunos optaron por tractores o semirremolques para sus fincas. No se trata de un regalo, sino de reinvertir en la producción”.
El debate evidencia la fractura social y económica de la Cuba actual: por un lado, el Estado muestra símbolos de estímulo en sectores estratégicos como el tabaco; por el otro, la ciudadanía percibe privilegios mal repartidos, una economía arbitraria y un modelo que sigue premiando rubros de exportación mientras posterga necesidades esenciales de médicos, maestros y científicos.
La entrega de autos a tabacaleros, más que un simple reconocimiento, se convirtió en un espejo incómodo de la realidad cubana: un país donde producir riqueza no garantiza derechos plenos, y donde el acceso a un automóvil puede ser noticia nacional, siempre y cuando esté mediado por el visto bueno del poder.
noticia relacionada: Tabacuba presume “beneficio” de carros para campesinos, mientras los jefes disfrutan el privilegio sin sudar una hoja
