Cuba se halla en una encrucijada política y humanitaria: mientras sus brigadas médicas continúan operando en el exterior, el sistema sanitario nacional se desmorona por la falta de suministros básicos. Al mismo tiempo, y no deja esta de ser una variable de peso en el juego, Estados Unidos endurece su política con La Habana por las cosas que todos sabemos, impactando sobre ambas realidades.
La Administración Trump, con el respaldo del senador Marco Rubio, ha llevado su ofensiva diplomática y económica contra Cuba a un nuevo nivel. A finales de junio de 2025, Trump emitió un memorando presidencial que revitaliza y amplía las sanciones contra la isla, incluyendo la imposición de restricciones de visados para funcionarios vinculados a las misiones médicas cubanas, acusadas de «trabajo forzado» por el Estado cubano.
Rubio justificó la medida señalando que quienes participan en estas misiones corren el riesgo de ser deportados o quedar sujetos a sanciones. Países aliados de Washington, como Barbados, protestaron y defendieron la labor humanitaria de los médicos cubanos, rechazando categóricamente las acusaciones de explotación. Debido a eso, una comisión de la OEA solicitó a varios gobiernos información sobre los convenios médicos firmados con La Habana.
De la verificación ni siquiera escapará la misión médica cubana en Italia, anunciada por el presidente de la región de Calabria, Roberto Occhiuto, como ajena a todo estos menesteres de explotación laboral. Occhiuto siempre defendió que los médicos cubanos que allí estaban cobraban el 100% de su salario sin intervención alguna del estado cubano, pero una reciente investigación hecha por la periodista cubana Annarella Grimal y publicada en Cubanet Noticias, desmintió de la A a la Z todo lo que se había dicho y se defendía. ¿Resultado? La diputada calabresa Anna Laura Orrico, basándose en los hallazgos de la investigación hecha por Cubanet – desmentidos por la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos (CSMC) en territorio italiano – ha presentado una solicitud de escrutinio ante los ministerios de Trabajo y de Salud en ese país europeo.
Expertos argumentan que desmantelar estas misiones médicas —responsables de aportar más del 50 % de los $9,5 000 millones en divisas de exportación cubanas— dejaría a millones de personas en no pocos países sin atención crucial, además de privar al sistema de salud local de recursos indispensables. En Calabria, por ejemplo, no son uno, ni dos, ni tres, sino más, los medios que se han dedicado ya durante al menos dos años a resaltar todas las hazañas que allí han logrado los galenos cubanos; llegados porque, ningún médico italiano quiere practicamente trabajar allí debido a las malas condiciones laborales; razón esta que los ha impulsado a irse hacia el norte del país, o hacia países como Alemania y el Reino Unido.
El colapso del acceso a medicinas en Cuba
La carencia de insumos médicos en la isla no es una novedad pasajera, sino parte de un deterioro severo. En julio de 2025, Jessica Rodríguez, madre de un niño con trastornos graves, describía la agonía cotidiana: «Corre entre farmacias estatales buscando medicamentos vitales o recurre al mercado negro, donde un blister cuesta $3‑4, casi un tercio de un salario mensual cubano», señala AFP.
La suma del embate de las sanciones, la crisis pospandemia, el fin del turismo, así como la falta de combustible y repuestos para la planta eléctrica Antonio Guiteras, han provocado apagones crónicos y un desabastecimiento masivo de medicinas —una «pepa amarga», dice AFP— que golpea incluso los hospitales, que carecen de gasas, sueros e insumos básicos .
Si bien el embargo permite importar medicinas y alimentos bajo licencia especial, un reclamo alcanzado por la sociedad civil y activistas independientes dentro y fuera de Cuba que presionaron al régimen durante la pandemia de COVID, los requisitos normativos y burocráticos impiden el flujo ágil, lo que deja a Cuba incapaz de cubrir su demanda local. El régimen, por ejemplo, lleva desde el 2021 postergando hasta el último día la renovación del decreto de la exención arancelaria.
Este escenario refleja una paradoja contundente: aunque Cuba exporta médicos y proyecta una imagen de potencia sanitaria, en su territorio enfrenta una de las crisis más profundas desde los años 90. El sistema nacional de salud, universal y gratuito, sufre por la escasez de medicinas y recursos, mientras las brigadas internacionales continúan generando divisas pero también desvían recursos esenciales.
Un estudio – citado en este trabajo – señala cómo, tras la caída del subsidio soviético, el Estado priorizó el envío de profesionales médicos al exterior para recaudar fondos y en la construcció de hoteles ahora vacíos, pero descuidó la inversión en salud local. Mientras tanto, la migración masiva —más de 425 000 personas en dos años, cifra histórica— presiona aún más un sistema sanitario ya frágil.
El dilema geopolítico y la urgencia de un cambio de rumbo: el derrumbe interno frente a proyección externa
El endurecimiento de las sanciones por parte de Trump, amparado en la línea dura seguida desde su primer mandato, busca presionar a La Habana. Sin embargo, académicos y analistas proponen un claro cambio estratégico: pasar de la hostilidad a la compromiso pragmático. Según LeoGrande y Thale (2025), esas sanciones no solo «no han acercado a Cuba a una democracia multipartidaria», sino que también dificultan la cooperación en temas migratorios, seguridad y salud .
Muchos expertos creen que la única vía para aliviar la crisis sanitaria dentro de Cuba —y su impacto social— radica en reducir las restricciones comerciales y permitir un flujo regular de insumos médicos. De lo contrario, el país seguirá exportando médicos para cubrir sus fallos, mientras sus ciudadanos mueren por falta de insumos.
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