El contexto actual en Cuba es de una tensión extrema, donde las acciones del gobierno reflejan un temor creciente a la posibilidad real de una insurrección.
Con una economía en declive y una crisis humanitaria agudizándose, el escenario está listo para posibles confrontaciones, a medida que el descontento popular sigue en aumento.
En medio de un clima de creciente tensión y descontento social en Cuba, el gobierno ha tomado medidas drásticas que sugieren un miedo palpable ante la posibilidad de un estallido social.
Recientemente, el régimen cubano ha elevado el nivel de riesgo y ha establecido custodia armada en estructuras claves de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), lo que evidencia una estrategia de fortalecimiento de sus capacidades de control y represión ante eventuales disturbios o protestas.
El documento, aparecido en la Gaceta Oficial de la República, y firmado por el ministro de las Fuerzas Armadas (FAR), general de Cuerpo de Ejército Álvaro López Miera, establece el incremento de «la seguridad y protección física de las zonas de producción agropecuarias, de inversiones constructivas y de montaje, y otras áreas urbanas y rurales de interés para la defensa»; y además ordena «emplear armamento del tipo escopeta o arma con munición de perdigones de diferentes calibres para la seguridad y protección» de estas zonas pertenecientes a las FAR.
Por si fuera poco, la resolución orienta a jefes y directores de las entidades que administran estas áreas, declararlas «zona militar» en los próximos 30 días; preparar un «Servicio de Guardia», con armamento al que se le dará «mantenimiento técnico diario».
Los lugares donde sea guardado el armamento «deberán ser protegidos y acondicionados», y deberán contar con una «puerta de entrada de metal y llavín seguro; sistema de doble sellaje; protección metálica de ventanas y puertas, a fin de evitar el acceso de personas o extracción de los medios; y cubierta rígida; entre otros requisitos.»
Todas estas medidas surgen en un contexto de creciente descontento popular y crisis generalizada en el país, que ha incrementado el robo, la delincuencia y los asesinatos; con reportes cada vez mayores de personas que deambulan por las calles armados con cuchillos y machetes, que incluso han llegado a posicionarse, bastante molestos, frente a organismos del estado.
Si bien el miedo a otro 11 de julio ha existido en el 2022 y el 2023, ahora en el 2024 se ha llegado a un mayor extremo; con la compra millonaria de armamento y equipos de protección para las fuerzas militares del régimen, similares a las que emplean fuerzas represivas en otros países, con escudos de material de última generación y lanzadores de gas pimienta a 40 metros.
El temor a otro estallido social es obvio, y la llegada de una flota de guerra rusa a la isla, que incluye tres barcos y un submarino nuclear, no es casual. La presencia militar extranjera – rusa – en Cuba, parece haber sido uno de los puntos de negociación en la última visita de Díaz-Canel a Rusia, donde además se gestionó una ayuda energética.
Este despliegue apuntala la capacidad defensiva del régimen a la vez que envía un mensaje disuasorio hacia cualquier otra intervención externa, especialmente la de los Estados Unidos, país y potencia ubicada a tan solo 90 millas de las costas cubanas.
Según análisis del think tank Cuba Siglo 21, esta maniobra ruso-cubana de cara al caluroso verano, busca prevenir cualquier ayuda estadounidense ante un posible levantamiento masivo en la isla, provocado por la crisis multifacética que incluye una escasez generalizada de alimentos y medicinas, a los que se suman los severos apagones que tanto malestar causan en la población.
Apagones prolongados pudieran sacar al pueblo a las calles
Cuba parece haber depositado todas sus esperanzas en Rusia para salir de la crisis energética, a pesar de que el crédito millonario otorgado por la potencia en 2020 para eso, ha tomado un camino que se desconoce.
La potente Rusia se encuentra ahora sumida en una guerra desgastante contra Ucrania, y no es mucho lo que pueda hacer para impedir que los cubanos experimenten los apagones de hasta 20 horas ininterrumpidas.
Sin embargo, el régimen cubano mueve sus fichas para invocar favores, y no por gusto el vice primer ministro del régimen, Ricardo Cabrisas Ruiz, estuvo más que sonriente en su visita a la ciudad de San Petersburgo, especialmente en los encuentros que sostuvo con los líderes de las empresas Inter RAO Export y Hevel Group. Según informó el gobierno caribeño desde la red social X – ex Twitter – la isla busca “incrementar la eficiencia en la generación de energía eléctrica y el desarrollo de las fuentes renovables”, y para eso necesita la ayuda de su otrora socio en las buenas y malas.
Cabrisas dialogó además con la Presidenta del Consejo de la Federación de Rusia, Valentina Matvienko, y con el director ejecutivo principal de la empresa Rosneft, Igor Sechin.
La palabra, el abrazo, la sonrisa y el convencimiento parecen ser las armas empleadas por Cabrisas a nombre del régimen para conseguir resistir creativamente los malos tiempos que corren en espera de que Rusia se conduela con su socio geopolítico más importante de la historia y se haga un harakiri termoenergético – visto que el bancario no dio resultados – y mande en una flota de barcos a la isla todo lo necesario para evitar más interrupciones constantes, averías y paradas por mantenimientos en las añejas CTE cubanas. O tal vez le regale al país alguna planta flotante, como las turcas, una tecnología de la cual disponen.
Quedaría pendiente entonces el tema del suministro de crudo que las haga funcionar, y así inducirle el sueño a una población que vive eternamente agobiada en espera de la «luz eléctrica» porque la otra, parece ser que demorará otros años «luz» en llegar.
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