Lenier Mesa no es un nombre desconocido para quienes siguen de cerca el fenómeno musical cubano más allá de las fronteras de la Isla. A sus 35 años, este artista originario de Güines, Mayabeque, ha recorrido un largo camino desde sus inicios como repentista en el programa “Palmas y cañas” hasta convertirse en un exitoso compositor con residencia en Miami y colaboraciones con figuras de talla mundial como Marc Anthony.
Pero si algo ha dejado claro en sus más recientes declaraciones es que no está dispuesto a regresar a cantar en Cuba, al menos no bajo las actuales condiciones. “Nunca voy a cantar en Cuba porque ahí no hay plata”, afirmó sin titubeos en entrevista con el creador de contenido conocido como Papel en Cara.
La frase, que ha encendido debates, no es solo una declaración económica: es también un reflejo del conflicto que viven muchos artistas cubanos de la diáspora. ¿Hasta qué punto se puede desligar el arte de la política? ¿Debe un artista comprometerse con la realidad de su país o tiene derecho a mirar hacia otro lado si las circunstancias no le son favorables?
Lenier lo deja claro: su postura no es política, sino pragmática. “Yo soy un artista que trabaja y hace su dinero. Yo no tengo nada que ver con el gobierno de Cuba ni me importa. Yo quiero que el gobierno de Cuba cambie”, dijo, aunque añadió que, si mañana le ofrecieran 200.000 dólares por cantar en la Isla, no lo pensaría dos veces. “Por una mierda de dinero yo no voy a cantar a Cuba”, zanjó.
“Algún día cambiará, algún día se irá el gobierno y entraremos nosotros a hacer buenos shows, cuando ese público pueda pagarnos 100 o 200 dólares por una entrada al concierto”, agregó Mesa.
El término clave aquí es viabilidad económica. En un país donde el salario mínimo mensual no alcanza ni para una semana de comida básica, pensar en conciertos con entradas de 100 o 200 dólares, como sueña Lenier, suena utópico. Y, sin embargo, es un dato revelador sobre cómo algunos artistas de la diáspora miden su conexión con la Isla: en función del mercado, no del recuerdo.
En 2023, Lenier ya había estado en el centro de la polémica cuando se pensó que participaría en el Santa María Music Fest, un evento organizado por el gobierno cubano. Aunque luego aseguró que su presencia en Cuba se debía a un contrato con Tekashi 6ix9ine, muchos en la comunidad lo vieron como un paso en falso, una especie de “tibieza” ante un régimen que numerosos artistas han decidido enfrentar con mayor frontalidad.
Lo cierto es que, en la Cuba actual, donde muchos sueñan con huir mientras otros se aferran a lo poco que tienen, las declaraciones de figuras como Lenier no pasan desapercibidas. Aunque hay quienes lo critican por “desentenderse del pueblo”, otros lo defienden alegando que cada cual busca lo suyo y no todos tienen por qué convertirse en activistas.