Si bien la anterior novela El derecho de soñar no contó con una gran aprobación de los televidentes, Viceversa, el nuevo dramatizado cubano, no parece correr tampoco demasiada suerte, al menos durante sus primeros capítulos.
Las opiniones en la calle y en las redes sobre esta nueva novela no son precisamente favorables. Los cubanos la critican por mostrar una realidad que no existe, o por lo menos no abunda: familias acaudaladas, hospitales limpios hasta la bandera con todo tipo de recursos y actuaciones que varían mucho de un personaje a otro, así como situaciones inverosímiles producto de un guion con fisuras.
Es cierto que las novelas no están para ser un calco de la realidad. Los populares dramatizados brasileños son la mejor prueba de ello. Pero en el caso cubano no se ha tomado en cuenta que adornar y edulcorar la realidad de esa forma es cuando menos pasto para la burla por la grave situación que vive el país, posiblemente una de las peores o la peor desde 1959.
Y esa realidad tiene como punto de quiebre precisamente la situación de los hospitales donde faltan habitualmente los insumos médicos para las operaciones electivas o un simple yeso para la recuperación satisfactoria de una fractura, algo muy básico en cualquier centro médico. Y eso obviamente provoca molestias y críticas en una población harta de tantos años de que se minimice, se tergiverse o se omita lo que viven la mayoría de los cubanos de Oriente a Occidente.
Volviendo a la novela. El dramatizado, eso sí, tiene la ventura de mostrar rostros jóvenes en la televisión ante la migración masiva de otros artistas tanto jóvenes como consagrados, una estampida que, por cierto, no parece tener un fin cercano. Estos nuevos nombres se unen a figuras ya veteranas y juntos logran un diálogo intergeneracional del que todos se retroalimentan.
Pero la novela no parece llegar a gustar del todo. Las expresiones de crítica en Facebook por parte de televidentes así lo atestiguan. Hay muchas situaciones que dejan de ser creíbles por el propio tratamiento que se les ha dado y varios de sus personajes no logran convencer por melifluos al televidente.
Para colmo, tuvo un inicio de antología con el error garrafal de un móvil con cobertura en lo profundo de una cueva lo que desató una ola de burlas que todavía hoy se escucha en el oleaje de las redes sociales. No es necesario mencionar este o aquel personaje, ni señalar al detalle los desaciertos o carencias del guion. De eso se ocuparán al final del dramatizado los especialistas.
Lo cierto es que Viceversa debe remontar el mal sabor dejado por sus primeros capítulos para demostrar que puede llegar a ser una novela del gusto de su público.
