En una Habana donde cada embarazo se vive sorteando apagones, escasez y colas infinitas, una madre habanera acaba de convertirse en símbolo de resistencia cotidiana: dio a luz a trillizos en el Hospital Ginecobstétrico Docente Ramón González Coro, uno de los centros de referencia para la maternidad en la capital. El parto, informado por la propia institución en su página de Facebook y retomado por medios independientes, terminó con madre y bebés en buen estado general, una frase que en la Cuba de hoy suena casi a milagro.
El alumbramiento tuvo lugar esta semana y fue celebrado por el personal médico como un acontecimiento poco frecuente. En la publicación del hospital se subraya que hacía tiempo no se registraba un nacimiento de trillizos en la institución, lo que refuerza la idea de que no se trata solo de una alegría familiar, sino también de un pequeño hito para el sistema de salud local. La mujer logró acercarse bastante al término de la gestación, algo especialmente complejo cuando se trata de embarazos múltiples, que suelen acompañarse de ingresos prolongados, controles constantes y riesgo de parto prematuro.
La historia llega en un momento en que Cuba vive una caída sostenida de la natalidad, con menos nacimientos y más parejas posponiendo o descartando la idea de tener hijos ante la crisis económica, los salarios depreciados y el éxodo masivo de jóvenes. En ese contexto, traer tres bebés al mundo desde un hospital público de La Habana tiene una carga simbólica evidente: es un recordatorio de que todavía hay familias que apuestan por criar en la isla, pese a la incertidumbre que marca el día a día.

Los especialistas recuerdan que un embarazo de trillizos es, de por sí, un hecho extraordinario: a nivel internacional se calcula que ocurre de manera natural en solo una fracción de los embarazos, lo que convierte escenas como esta en algo excepcional dentro de la rutina hospitalaria.
Que todo haya salido bien, en un país donde escasean insumos básicos para la maternidad y donde los propios hospitales denuncian carencias, habla del esfuerzo del equipo médico y del empecinamiento de esa madre habanera. No conocemos su nombre, pero el apodo se impone solo: una Mariana de estos tiempos, levantando tres vidas a la vez en medio de un país que se cae a pedazos, y recordando que, incluso en la crisis, la vida insiste.





