Desde hace décadas, el humor ha sido su trinchera, pero esta vez Ulises Toirac se ha quitado la máscara cómica para hablar con la voz seria de la conciencia. El popular comediante cubano, recordado por encarnar a inolvidables personajes de la televisión como Chivichana en “¿Jura decir la verdad?”, ha vuelto a alzar su voz en un momento en que el silencio cuesta caro: el creciente malestar de estudiantes universitarios por las tarifas impuestas por ETECSA ha encendido una chispa que, según muchos, podría escalar.
Toirac no se anda con rodeos. En un post publicado en su perfil de Facebook, el actor describió con ironía quirúrgica lo que considera una maquinaria estatal diseñada para aplacar cualquier brote de disenso. “Debe haber un manual más gordo que ‘La guerra y la paz’ de procedimientos de contingencia”, escribió, lanzando un dardo certero al aparato de control político del país.
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El detonante de esta oleada de indignación es bien conocido: un aumento desmedido en las tarifas de navegación por datos móviles impuesto por ETECSA, que afecta directamente a los estudiantes y jóvenes profesionales, precisamente los sectores más activos en redes sociales y más críticos del presente cubano. Para el humorista, resulta absurdo atribuir esta protesta a “estrategias del Imperio”, como ha insinuado el discurso oficial, y mucho más honesto reconocerla como un grito genuino contra la injusticia.
“No son brutos (son universitarios)”, aclaró Toirac, desmontando esa vieja estrategia de infantilizar a quienes piensan distinto. “Captaron las incongruencias y los absurdos”, añadió, resaltando la capacidad de análisis de una generación que ha crecido lidiando con escasez, control y promesas incumplidas.
Entre líneas, el también guionista deja ver su preocupación por lo que podría venir. “Me temo que esta semana todo va a arreciar y la cuerda se va a poner muy tensa”, advirtió, dejando entrever que el conflicto no se apagará fácilmente. Sus palabras no son solo una crónica de lo evidente, sino una advertencia nacida de la experiencia.
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Toirac no solo ha hablado: también ha pagado el precio. Fue citado por la Seguridad del Estado en lo que muchos interpretan como una estrategia de intimidación blanda. Él lo confirmó: no fue agredido, pero sí advertido. El mensaje era claro: sus palabras tienen peso. En otras épocas, este tipo de cita podía acabar con carreras o incluso con vidas. Hoy, en la era de capturas de pantalla y hashtags virales, puede encender una ola de solidaridad.
El respaldo del artista no ha mermado. Muy al contrario, reafirmó que lo que está en juego no es una consigna, sino la conciencia moral de una generación. “Intenten sumarlos. Cualquier otra aritmética falla”, escribió al cierre, apelando a una lógica básica que, sin embargo, parece lejana para quienes gobiernan.