Turista rusa de visita en Cuba asegura que se fue a la cama con hambre

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Lo que debía ser un viaje de ensueño a las playas paradisíacas de Varadero, terminó siendo una amarga experiencia para Daria Shevchenko, residente en Barnaúl, Siberia, y su familia. En una crónica publicada por el medio ruso NGS22, la turista rusa detalló con honestidad brutal su paso por Cuba en febrero de 2025: “esperaba un paraíso con playas blancas y cócteles, pero me enfrenté a una realidad completamente distinta”.

Nada más llegar, el desencanto fue inmediato. La primera cena en el hotel “todo incluido” fue tan pobre —pescado y vegetales sin gracia— que una de las personas del grupo rompió a llorar. “Nos fuimos a la cama con hambre, tal vez por el estrés del vuelo”, escribió Shevchenko. En los días siguientes, la comida mejoró algo: panqueques, tortillas, huevos y vino en la cena, pero el susto inicial marcó el tono de las vacaciones.

Fuera del hotel, el panorama no era mejor. “Es casi imposible encontrar comida en las tiendas. No había helado, ni chocolate. A lo sumo, algunas latas y salchichas”, contó la turista rusa que evidentemente se embarcó con este viaje a Cuba. Las escenas que presenció eran de “devastación”: estantes vacíos, colas para obtener productos básicos mediante cupones, y personas buscando desesperadamente artículos como medicamentos, medias o toallas sanitarias.

La visita a La Habana solo profundizó esa impresión. “Muchos edificios están en ruinas, la gente vive en condiciones que podrían llamarse barrios marginales”. Según la turista, los empleados de los hoteles disfrutan de un nivel de vida ligeramente superior gracias a las propinas y regalos que reciben de los visitantes: “Les dejamos chocolate y chancletas, que para ellos son un verdadero apoyo”.

El paisaje natural fue lo único que logró complacer a los veraneantes: playas amplias y tranquilas, agua tibia como leche fresca, y la experiencia inolvidable de nadar con delfines. Pero ni eso escapó del incordio: cada anochecer llegaban enjambres de mosquitos, tan persistentes que ni los espirales ni los aerosoles fueron suficientes.

El viaje costó 415.000 rublos (unos 4.900 dólares), una suma considerable que dejó un sabor agridulce. Como colofón, la turista rusa concluyó que en Cuba, con sus limitaciones y contrastes, no es destino para viajeros sofisticados, y no hay una situación ideal para el veraneo. Y las cifras la respaldan: en los dos primeros meses de 2025, el turismo ruso a la Isla cayó un 49% respecto al año anterior.

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