El fenómeno de la corrupción y una aplicación no estricta de los códigos de construcción, jugaron un papel determinante en el alto número de víctimas del terremoto, si bien los terremotos masivos que azotaron el sureste de Turquía el 6 de febrero fueron tres veces más poderosos que el desastre de 1999, según reconoció el propio presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que estaba preocupada por las áreas de Turquía de las que no había noticias tras el mortal terremoto de la noche a la mañana.