Con el amanecer del 29, Melissa ya había tocado tierra por Guamá con vientos cercanos a 200 kilómetros por hora, y el discurso oficial insistía en la épica de la resistencia mientras la gente pedía información clara, órdenes coherentes y ayuda tangible.
Ambos casos subrayan la falta de respeto por los derechos humanos y la vida en Cuba. Los presos políticos continúan siendo usados como moneda de cambio, mientras que las familias de los fallecidos en Holguín buscan respuestas en medio del silencio institucional. Es evidente que, para el régimen, la narrativa oficial es más importante que la justicia y la verdad.
Esta selección sesgada de imágenes contribuye a reforzar la percepción de que las autoridades priorizan la apariencia de orden sobre la transparencia y la empatía hacia el pueblo. La omisión de imágenes que muestren la verdadera magnitud de la destrucción y el dolor humano es una estrategia que busca proteger la imagen del régimen, mientras la realidad de la población queda relegada al silencio.
El ministro de Energía y Minas de Cuba, Vicente de la O Levy, declaró que el proceso de recuperación de la electricidad en la capital ha sido lento, pero efectivo, gracias a la sincronización de las plantas de generación eléctrica ubicadas en Boca de Jaruco y Mariel, así como las patanas generadoras alquiladas a Turquía.
A medida que la crisis en Cuba se profundiza, el partido parece cada vez más desconectado de las realidades del país. Los cubanos saben que los problemas que enfrentan no se solucionarán con más discursos, sino con acciones concretas y cambios reales. Mientras el PCC sigue hablando de sacrificios y revoluciones pasadas, el pueblo exige una revolución nueva, una que realmente mejore sus vidas.
Las autoridades cubanas continúan apuntando sus medidas represivas hacia los sectores equivocados, sin abordar las raíces de las crisis que afectan al país.
Los apagones, la escasez y la represión continúan siendo el pan de cada día en un país donde las promesas de un mañana mejor han dejado de tener credibilidad. El camino del socialismo, según el primer ministro, es "duro y difícil", pero para los cubanos, lo que realmente importa es si alguna vez llegarán a ver esos tan prometidos frutos. Por ahora, solo ven oscuridad.