Estados Unidos ha vuelto a vivir una ola de violencia armada en cuestión de días, con tiroteos masivos reportados en California, Montana y Tennessee. En total, estas tragedias han dejado al menos 10 muertos y más de una docena de heridos, sembrando el pánico en comunidades de costa a costa.
El ataque más reciente ocurrió en Los Ángeles, durante una fiesta posterior a un festival de música electrónica. Según Los Angeles Times, dos personas murieron y seis resultaron heridas cuando un hombre armado abrió fuego en un almacén del centro de la ciudad durante la madrugada del domingo. Las víctimas, cuyas identidades no se han hecho públicas, se encontraban entre los asistentes al evento no autorizado, que atrajo a decenas de jóvenes. Las autoridades calificaron el tiroteo como un acto “sin sentido” y confirmaron que el sospechoso sigue prófugo.
Mientras tanto, en Montana, continúa una intensa cacería humana tras un tiroteo ocurrido en la ciudad de Anaconda. El agresor, aún no capturado, mató a cuatro personas el fin de semana, lo que obligó a las autoridades a decretar un confinamiento en la ciudad. Según Fox News, el terreno montañoso y la densa vegetación han dificultado la búsqueda del tirador, que estaría armado y considerado “extremadamente peligroso”. Los residentes de campamentos en el área de Georgetown Lake han sido advertidos de extremar precauciones.
En Tennessee, la policía investiga el asesinato de una familia entera, cuyos cuerpos fueron encontrados en una vivienda de la localidad de Jackson. La tragedia, catalogada por las autoridades como un cuádruple homicidio, ha generado conmoción y reforzado el debate sobre el acceso a armas de fuego. El principal sospechoso fue visto por última vez cerca de una universidad local, y tres personas ya han sido arrestadas en conexión con el caso.
Estos tres casos, ocurridos en menos de una semana, vuelven a colocar en el centro del debate nacional la epidemia de violencia armada en Estados Unidos. Las respuestas de los líderes políticos han sido dispares. Mientras algunos exigen mayores controles sobre la venta y posesión de armas, otros insisten en que se trata de “problemas aislados” que no deben usarse como argumento para restringir derechos constitucionales.
Lo cierto es que las cifras no dan tregua: según Gun Violence Archive, ya se han registrado más de 400 tiroteos masivos en lo que va de 2025, una tendencia que, lejos de disminuir, parece recrudecerse. Con cada nuevo ataque, se repite la misma secuencia de declaraciones, condolencias y promesas sin concreción, mientras las víctimas siguen acumulándose y las comunidades lloran a sus muertos.
En Los Ángeles, la policía ha pedido ayuda ciudadana para identificar al agresor del tiroteo en el almacén. En Montana, la tensión sigue al máximo mientras las autoridades peinan una zona de difícil acceso con helicópteros y drones. Y en Tennessee, la población exige respuestas claras sobre cómo fue posible que un sospechoso con historial violento pudiera actuar con tal impunidad.
Tres estados, tres tragedias, una misma pregunta: ¿hasta cuándo?
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