Este caso y otros muchos casos en otros cementerios cubanos reflejan una crisis más profunda en la infraestructura y administración, donde incluso los sitios más emblemáticos y valorados no están a salvo de la decadencia y el abandono.
El impacto de la tormenta en Florida ha sido devastador, no solo por los vientos huracanados sino también por las intensas lluvias y las consecuentes inundaciones.
En la Cuba de hoy, despedir a un ser querido se ha convertido en un proceso marcado por la angustia y la impotencia. Esta realidad, cruel y desgarradora, es un recordatorio de que, en la isla, ni siquiera en la muerte se encuentra la paz. La necesidad de cambios profundos y urgentes es palpable, no solo para restaurar la dignidad en la vida de los cubanos, sino también en la muerte.
El incidente ocurrió en la bahía de Santiago de Cuba. Según testigos, Wilson se adentró en el mar en estado de ebriedad y, a pesar de los esfuerzos de sus amigos, no logró salir a la superficie.
El Estado seguirá garantizando una serie de servicios relacionados con la muerte. Estos incluyen el suministro de un ataúd, el traslado del fallecido desde la casa o el hospital hasta la funeraria o capilla, el combustible para ese traslado, y la preparación del cadáver. El velatorio en la funeraria o capilla también estará cubierto por el Estado. Sin embargo, si la familia desea servicios adicionales, como el entierro en otra localidad o provincia, se aplicarán cargos.
El frío y el caos desatado por la tormenta dejó varados a los automovilistas en las carreteras, algunos - dicen - hasta por dos días; cortó el suministro eléctrico; y lo que es peor: evitó que los equipos de emergencia llegasen a los residentes en casas heladas y a los autos atascados. Los que perdieron la vida en Buffalo fueron encontrados en automóviles, casas y bancos de nieve. Algunos murieron mientras paleaban nieve, otros cuando los equipos de emergencia no pudieron responder a tiempo.