Miles de cubanos participan hoy en el desfile del 1ro de Mayo 2025 en La Habana, pese a apagones, hambre y carencias extremas.
No tienen luz. No tienen agua. No tienen comida. No tienen ni la mínima esperanza de un futuro digno, pero ¡ah, cómo desfilan! Puntuales como el hambre, disciplinados como el miedo, miles de cubanos amanecieron este 1ro de Mayo en la Plaza de la Revolución para alzar pancartas vacías de contenido, ondear banderas que hace rato dejaron de representar la libertad, y rendir pleitesía al sistema que los condena a la miseria.
Las imágenes del desfile de este Día Internacional de los Trabajadores en Cuba hablan por sí solas. Desde horas bien tempranas de la mañana, multitudes ataviadas con camisetas blancas y gorras de organizaciones oficialistas se apiñaron desde antes del amanecer frente al monumento a José Martí. Algunos llegaban en ómnibus estatales, otros caminaban por kilómetros. Muchos no habían comido. A casi ninguno le había llegado el agua de la cisterna. Pero ahí estaban, sonriendo para la foto oficial.
La escena se repite año tras año, pero en 2025 resulta casi grotesca: ¿qué celebran? ¿Qué victoria del trabajador cubano merece una marcha? ¿El salario que no alcanza ni para comprar una libra de arroz? ¿El apagón de cada noche que les impide dormir y los obliga a abanicar a sus hijos hasta que amanezca? ¿O será la cola infinita para conseguir un huevo, una barra de pan o un litro de yogurt aguado?
El desfile es menos un acto voluntario y más un reflejo del control total. Presiones laborales, chantajes en centros de estudio, amenazas veladas y bien sabidas: si no vas, quedas marcado. La asistencia es la nueva libreta de racionamiento ideológico. La disciplina política se premia con «evaluaciones integrales» positivas y algún que otro reconocimiento hueco. El ausente paga caro. El presente se somete.
En las fotos compartidas desde la Plaza se ven pancartas que claman “Con nuestras manos y nuestro corazón”. Pero el corazón del pueblo cubano está exhausto. ¿Dónde están las manos que arreglan los apagones? ¿Dónde está el corazón que impide que los niños vayan a la escuela sin desayunar? ¿Dónde están los líderes que se atreven a marchar junto al pueblo, pero también a vivir como ellos, con la misma escasez?

Resulta difícil entender cómo un pueblo golpeado por una crisis económica crónica, con apagones diarios, con salarios inútiles y con una emigración masiva sin precedentes, sigue prestándose al teatro del desfile. Pero tal vez no se trate de entusiasmo político, sino de costumbre, de miedo, de resignación. Marchan porque siempre han marchado. Porque no saben cómo no hacerlo. Porque el silencio, en Cuba, también se penaliza.
El desfile del 1ro de Mayo en la Cuba de 2025 no celebra el trabajo digno. Celebra el sometimiento. Es un tributo al aguante del pueblo más resiliente del continente, aunque esta resiliencia hace tiempo dejó de ser virtud para convertirse en resignación. Mientras el mundo entero habla de derechos laborales, de conquistas sociales y de dignidad humana, el gobierno cubano celebra que, aunque no tengan nada, siguen ahí… marchando.
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