PNR ridícula: Salen a buscar un cerdo robado a un campesino y le devuelven un jabita con bistecs

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Lo verdaderamente inquietante de esta escena no es solo la bolsa de bistecs de cerdo: es la ausencia total de juicio crítico en los protagonistas del desastre.

En un hecho que podría inspirar una tragicomedia de mal gusto o un sketch de “Vivir del cuento”, con Pánfilo, Chequera y Facundo Correcto, la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) en el poblado de Alonso Rojas, Consolación del Sur, Pinar del Río, ha protagonizado una de esas escenas que resumen perfectamente el nivel de absurdo que reina en Cuba. El caso: un campesino fue víctima del robo de su cerdo. La respuesta de las autoridades: capturaron a los ladrones, pero como el animal ya había sido sacrificado, procedieron —con todo el orgullo de su «eficiencia»— a devolverle al dueño una jabita con lo que quedaba del puerco: unos bistecs ensangrentados.

La imagen lo dice todo y que haya ocurrido en Pinar… ¡por favor! No es un chiste de pinareños. Un oficial de la PNR sostiene con solemnidad una bolsa plástica con carne cruda, mientras el afectado la recibe con una mezcla de resignación, vergüenza ajena y cara de «esto es lo que hay». Al fondo, una pared verde que grita abandono y dos ventanas que apenas dejan pasar luz, enmarcan el teatro del absurdo.

La activista Lara Crofs fue quien dio a conocer el caso en redes sociales, visiblemente indignada ante una situación que más que solución parece una burla institucional, dejándonos a nosotros, simples mortales que vimos la publicación con estas preguntas: ¿Qué clase de justicia es esta? ¿En qué manual policial aparece el procedimiento de devolver la evidencia del crimen al denunciante en una jabita de nailon?

La lógica que opera aquí parece sacada de un universo paralelo donde las leyes se improvisan sobre la marcha y el sentido común es tan escaso como el detergente en las tiendas. Bueno, es que hablamos de Cuba. Allí – ha sucedido y ha quedado documentado también – a quienes le roban una moto o un auto, en ocasiones les han devuelto las gomas y el timón.

El régimen cubano, que sin sonrojarse presume de contar con “una de las cinco mejores policías del mundo”, protagoniza una vez más la caricatura institucional. Lo más triste de todo es que detrás del chiste hay una realidad cruda: la impunidad, la falta de profesionalismo y la precariedad de un sistema que ni siquiera sabe qué hacer con los restos de un animal robado. Y, peor aún, lo documentan con una foto como si fuera un logro.

Esto no es un meme, ni uno de los tantos chistes de pinareños, aunque parezca. Es Cuba, donde cada día supera al anterior en materia de ridiculez institucional; donde la imagen es la perfecta definición gráfica de tres personas que no tienen la más mínima cuota de sentido común.

Ni el oficial que entrega la jabita, ni el campesino que la recibe, ni el genio que apretó el botón de la cámara parecen tener dos dedos de frente. Posan con la seriedad de quien entrega una medalla de honor, sin darse cuenta de que están participando en uno de los episodios más ridículos de la justicia cubana contemporánea. Porque aquí no se trata de resolver, sino de aparentar que se resolvió. Y mientras el país se hunde en el absurdo, ellos sonríen, orgullosos, con una jabita de carne fría en la mano, convencidos de haber hecho lo correcto.

Ahí están, posando, el policía con cara de “misión cumplida”, entregando la jabita como si fuera una medalla al mérito porcino. El otro, el dueño del cerdo, con una expresión de resignación que grita “me jodieron, pero al menos tengo algo para acompañar el arroz”. Y el fotógrafo, vaya usted a saber quién fue, que pensó: “esto hay que inmortalizarlo”, como si fuera un momento histórico para los anales de la justicia revolucionaria. Si esto es “la quinta mejor policía del mundo”, que alguien nos diga dónde se celebró ese ranking… para mandarles urgentemente una jabita con sentido común.

Es que uno no sabe si reír o llorar. Porque no se trata solo de la carne, sino del nivel de deterioro moral, institucional y humano que se respira. A nadie se le ocurrió decir “caballeros, esto es una falta de respeto, guarden la carne, no tomen fotos, no hagan el papelazo”. No. Lo hicieron. Posaron. Y lo subieron. ¡Lo subieron!

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