Luego de un año y medio de desasosiegos, escaseces, limitaciones, encierros, falta de alimentos, ordenamiento ecónomico, cambiazo monetario, falta de medicinas y apagones, finalmente los habaneros han cogido un respiro, con la noticia de la apertura de las playas y de El Malecón.
Playas, sí. Una medida muy ansiada porque la mayoría de los habaneros no tienen un amigo coronel, y no todos se llaman Sandro Castro.
Le llaman «medidas de flexibilización» y no solo incluyen la reapertura de playas y piscinas en La Habana, a las que ya se habían sumado la apertura de lugares de la gastronomía, el pasado viernes 24 de septiembre, sino también el autorizo de la práctica de ejercicios físicos en la vía pública y en los gimnasios.
Las piscinas, por estar delimitadas a espacios reducidos, operarán al 50 por ciento de la capacidad, pero las playas serán abiertas en su totalidad, y el Malecón vuelve a estar disponible con fines recreativos y deportivos para la población capitalina, aunque hasta las 10:30pm, fecha en que ha sido fijado el llamado «toque de queda».
Un respiro tras nueve meses de cierre por la pandemia de coronavirus que tendrá una peculariedad. Una peculariedad que tal parece llegó para quedarse como «prenda» al vestir: el uso de la mascarilla. Incluso en la piscina, sino se está dentro del agua. En el caso de los hoteles, habrá que ver y desde ya advertimos la diferencia, entre los cubanos fuera de las piscinas con las mascarillas puestas, y los extranjeros sin mascarilla. También en las playas, si se está en la arena, y eres cubano, tendrás que tener la mascarilla puesta.
Todo «será verificado por los órganos provinciales de inspección y control”, advirtió el diario Tribuna de La Habana, y tanto para los habaneros como para los cubanos todos, ya sabemos qué se quiere decir con esto. Seguirán las multas y los sobornos; además de las pseudo interpretaciones de la ley. Y el descontrol de siempre.
Tanto Reynaldo García Zapata, gobernador de La Habana, como el Primero Secretario del PCC, Antonio Torres Iríbar indicaron en una de las reuniones del Grupo Temporal de Trabajo por el coronavirus, que las medidas de flexibilización obedecen al descenso sostenido de casos confirmados de COVID-19 en los últimas ocho semanas en La Habana y «al avance de la campaña de vacunación»
Los jerifaltes habaneros puntualizaron que, si bien el horario del toque de queda es a partir de las 10:30 de la noche, todos los establecimientos estatales y privados deben cerrar desde una hora antes, lo cual presuntamente aplicaría también para el Malecón, lugar que agrupa en sus cercanías no pocas instalaciones gastronómicas.
Imágenes que han circulado a través de las redes sociales, ofrecen una panorámica de la actualidad en ese lugar (el malecón habanero) que ha servido durante años a millones de cubanos y principalmente a los habaneros, para escapar del tedio diario.
A otros, los más pobres, les ha servido como lugar para «pasar lo noche». Habrá quien lo utilice de piscina, y a no dudarlo, tal vez, alguien lo use, en medio de las medidas de flexibilización, para echarse a la mar y largarse del país.
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