Otro cubano afirma que prefiere ser deportado antes que seguir preso

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La lista de cubanos que prefieren ser deportados antes que seguir encerrados en centros de detención migratoria en Estados Unidos sigue creciendo. Ahora es Eduardo Nuñez González, un hombre de 60 años detenido por ICE en circunstancias que su familia califica de arbitrarias, quien asegura desde una celda en Nuevo México que no quiere seguir preso “ni un día más”.

Nuñez González fue arrestado el pasado 20 de marzo mientras sacaba la basura frente a su casa en North Miami. Agentes de inmigración lo esposaron sin mediar palabras. La escena quedó captada por una cámara Ring instalada en su vivienda. Desde entonces, su esposa, Vilma Pérez Delgado, libra una batalla desesperada por obtener respuestas. Ella asegura que su esposo no tiene historial criminal y que nunca le fueron leídos sus derechos. Ambos son ciudadanos españoles y cubanos, y aplicaron al mismo tiempo a la residencia bajo la Ley de Ajuste Cubano, pero mientras ella ya es ciudadana estadounidense, a él le negaron la green card en 2022, tras siete años de espera.

El caso ha sacado a la luz graves deficiencias del sistema migratorio. “Siete años es un tiempo excesivo para una solicitud de ajuste cubano. Algo más había detrás de esa demora”, explicó Rebeca Sánchez-Roig, abogada de Catholic Legal Services. Aunque ICE sostiene que Nuñez incumplió con los términos de su admisión, su esposa insiste en que se trata de una falla burocrática agravada por una alarmante falta de transparencia.

La odisea del cubano comenzó en Krome, donde pasó tres días sin acceso a una ducha o ropa limpia, durmiendo en el suelo por el hacinamiento. Fue luego trasladado al Broward Transitional Center, donde su esposa planeaba visitarlo. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, fue enviado de madrugada, esposado, encadenado de pies y con una cadena en la cintura, al Centro de Detención del Condado de Torrance, en Nuevo México.

“Pensó que lo estaban llevando a Cuba, a España o a donde fuera. No le dijeron nada. Fue montado en un avión y punto”, relata su esposa. En Torrance, las condiciones son aún más alarmantes. Nuñez permanece encerrado sin saber si es de día o de noche, encadenado incluso dentro de su celda, con una mano libre solo para sostener el teléfono cuando logra comunicarse. Padece de bronquitis crónica y no ha recibido atención médica.

El centro de Torrance ha sido denunciado repetidamente por la ACLU por sus condiciones inhumanas, su falta de personal y violaciones sistemáticas a los estándares federales de detención. En marzo de 2024, esa organización exigió el cierre inmediato del centro en una carta dirigida a ICE.

Frente a esta situación, Nuñez González ha solicitado ser deportado a España. Su esposa ya contactó a abogados, ha abierto un GoFundMe para costear la defensa y ha solicitado oficialmente el traslado. “No queremos que lo envíen a Cuba. Él tiene ciudadanía española. Allí están sus nietos y su hija”, afirmó al Miami Herald.

A esta tragedia familiar se suma la desesperación de mantener a flote el negocio de ambos, Chaveli Towing, fundado en 2018. Desde su celda, Nuñez llama a los empleados para animarlos. Su esposa lo describe como un hombre trabajador, dedicado, que siempre tuvo permisos laborales mientras su caso migratorio estaba en curso.

El caso de Eduardo no es aislado. Su historia recuerda la de Octavio Pérez Rodríguez, otro cubano que también pidió ser deportado al no soportar más el encierro en Krome. A sus 36 años, Octavio fue arrestado el pasado 25 de febrero, no en la calle, sino en una cita migratoria a la que asistió voluntariamente con la esperanza de avanzar en su proceso de residencia. En vez de una entrevista, recibió esposas y un traslado a uno de los centros más criticados del país.

Según su esposa, Midalys López Corrales, Octavio ya había sido deportado en 2019, pero reingresó en 2022 por la frontera con México y logró regularizar su estatus lo suficiente como para obtener un permiso de trabajo. Trabajaba como camionero y tenía todo en regla hasta el día en que fue arrestado sin aviso previo. Desde entonces, duerme en el suelo, no recibe atención médica y clama por ser devuelto a Cuba. “Titi, me estoy muriendo, no puedes imaginarte lo que estoy pasando”, le dijo a su esposa por teléfono.

Legalmente, su situación es más complicada que la de Nuñez, pues haber reingresado tras una deportación lo convierte en inelegible para la mayoría de los beneficios migratorios. Sin embargo, su caso revela un fallo en el sistema: no solo fue admitido en EE.UU., sino que logró avanzar con un proceso migratorio sin que saltaran alertas hasta ahora.

Ambos casos, aunque distintos, reflejan la misma realidad: un sistema migratorio colapsado, saturado y carente de humanidad. Mientras aumentan las protestas frente a Krome con pancartas que llaman a ICE “la Gestapo americana”, los testimonios de cubanos como Eduardo y Octavio se suman a un coro cada vez más fuerte de voces que gritan desde dentro: “Mejor devuélvanme. Pero sáquenme de aquí”.

Hasta el cierre de esta nota, ambos hombres seguían detenidos. Eduardo en Nuevo México. Octavio en Krome. Ninguno ha recibido visitas. Ninguno sabe cuánto más resistirán.

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