Un video publicado en Instagram bastó para desatar una tormenta más en la larga saga de confrontaciones entre la actriz cubana Zajaris Fernández y la cantante La Diosa. Lo que comenzó como una parodia terminó convirtiéndose en un enfrentamiento directo que no pasó desapercibido para miles de seguidores dentro y fuera de Cuba.
En la grabación, Fernández apareció caracterizada como uno de sus personajes humorísticos (La Chacha Kulipinta) y, con evidente tono de burla, comentó sobre el más reciente concierto de La Diosa: “Eso no era un concierto, eso era una reunión de amigos”. La frase, que pretendía ser un chiste, encendió de inmediato la reacción de la intérprete de las “40 libras”, quien decidió responder públicamente y sin filtros.
“Esta tipa es la soledad personificada, qué triste debe ser su vida. Entiendo por qué sus depresiones tan fuertes, la pobre, debe de ser duro”, escribió La Diosa en la sección de comentarios del video. Su respuesta, cargada de ataques personales, generó aún más revuelo que la broma inicial.
Lejos de dar por terminada la discusión, Zajaris volvió a la carga horas más tarde. En un nuevo post replicó: “Aquí lo que escribió el proyecto de gente, y lo que dije. ¿Dónde está la comparación o destrucción? Dejen el show, que hay a quien es imposible destruir porque nació así ya. Ahora me quieren poner la culpa a mí, camina”. Con esas palabras, la actriz defendió su parodia y dio a entender que la reacción de la cantante fue exagerada.
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El intercambio no tardó en viralizarse. En cuestión de horas, seguidores de ambas artistas se lanzaron a opinar, dividiéndose entre quienes consideraban graciosa la broma de Zajaris y los que vieron en sus palabras una falta de respeto hacia la cantante. Del otro lado, muchos criticaron la dureza de la respuesta de La Diosa, que apeló a temas personales como la salud mental de la actriz.
Este tipo de enfrentamientos en redes sociales, más allá del morbo que generan, dejan entrever una dinámica cada vez más frecuente: la del espectáculo trasladado al plano digital, donde cada gesto y cada palabra se convierten en combustible para la polémica. En el caso de Zajaris y La Diosa, ambas figuras con una base de seguidores fieles, sus choques se amplifican hasta ocupar titulares y debates en la diáspora cubana.
El episodio abre un debate interesante sobre los límites del humor y la delgada línea entre la sátira y el ataque personal. Mientras algunos defienden el derecho de la actriz a parodiar a figuras públicas, otros señalan que la burla puede tener consecuencias cuando se convierte en descalificación. Al mismo tiempo, la reacción de La Diosa refleja lo vulnerable que puede ser un artista ante la crítica, sobre todo cuando se cuestiona su éxito profesional.





