Cuando Nos y Otros advirtió que faltaría el oxígeno en todo el país

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Saber que una planta de oxígeno puede paralizarse, explotar -como Chernobil- o ser hackeada por piratas informáticos, no requiere de un título universitario, pero el ministro Portal Miranda dice que fue «inesperada» la rotura en una planta que concentra la producción del 95% del oxígeno medicinal en el país.

Aire. Recuerda el humorista y periodista cubano Jorge Férnandez Era que en los años 90´del pasado siglo, el grupo humorístico Nos y Otros, al cual él perteneció, estrenó en Cuba una obra, titulada Aire, que por ese entonces despertó no pocas ronchas, tantas «que del teatro Sauto de Matanzas fuimos conminados a regresar a la capital en busca de repelente». La obra, cuyo fragmento podemos ver aquí debajo, reseña lo siguiente: «varios trabajadores despiertan en el albergue de un campamento agrícola con la noticia de que faltará el vital oxígeno en el territorio nacional».

A pesar de que era -y es- una obra humorística, y que su trama evidentemente estaba basada en un hecho ficticio, la falta de oxígeno en el aire, dice Era que a pesar de eso, «la tozuda historia nos sitúa a cada rato en situaciones que rayan el absurdo y destapan cualquier clase de bajos instintos».

El destacado humorista de inmediato afirma que «oír a un primer ministro de un país emprenderla contra el sector de la salud como principal causante de la situación epidemiológica es poco menos que indignante».

Más adelante, Fernández Era critica -siempre con mucho respeto- que ni Miguel Díaz-Canel, ni el ministro de Salud Pública, hayan defendido como debieron haberlo hecho a los médicos cubanos.

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«Miguel Díaz-Canel, lejos de conminar al primer ministro a una disculpa pública ―disculpa pública que no es su fuerte tampoco―, redactó un tuit en el que no muy disimuladamente aplasta a los jóvenes galenos y termina mordiéndose la cola (…)» mientras que el ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda lanzaba una frase ridícula: «nadie esperaba la rotura de la planta de oxígeno».

A estas alturas, saber que una planta de oxígeno (o cualquier planta o fábrica) puede romperse, detenerse, paralizarse, explotar -como Chernobil- o ser hackeada por piratas informáticos, no requiere de un título universitario, pero el ministro de Salud Pública de Cuba José Ángel Portal Miranda ha demostrado reiteradamente que vive en las nubes.

«¿No están ahí, para prever, usted y todos los que lo acompañan en el Gobierno? ¿Cómo se respira que en año y medio de enfrentamiento a la covid a nadie se le haya ocurrido predecir situación semejante?», les critica Fernández Era a los dos por su pésima previsión.

«Ahora es hermoso ver por el noticiero un reportaje de helicópteros distribuyendo balones por toda la Isla, pero que no le devolverán la vida a los que ya han muerto por falta de oxígeno y ningún comunicador menciona, a los que quedarán en secretas estadísticas que, una vez más, esconderán la irresponsabilidad de nuestros dirigentes»,

añade.

El humorista, con mucha seriedad, califica como «bochornoso» el hecho de que «en una sociedad que se dice «gobernada por el pueblo» el discurso oficial y el periodismo orientado y controlado desde arriba apunten a exacerbar la incapacidad de los dirigidos de no entender la genialidad de quienes los dirigen».

«Es un mal que arrastramos desde hace décadas, cuando se promovía entre nosotros aquello de «el Comandante no lo sabe» y nos dejábamos culpar por el fracaso continuo de un plan económico tras otro», expresa más adelante.

Por eso escuchamos a un Raúl implacable con los errores de los demás y muy indulgente para con los propios»,

reconoció sin cortapisas.

Y continuó nombrando ineptos.

«Es el mismo concepto que nos llevó a aceptar a un José Ramón Machado Ventura increpando a los que se quejaban de los bajísimos salarios para conminarlos después a trabajar más si querían merecer una retribución mejor. Idéntico accionar que hoy reproducen Salvador Valdés Mesa y José Luis Tapia Fonseca en esos recorridos por todo el país en el que reprenden a los productores agrícolas por los bajos rendimientos y dictan clases de cuánto se podría avanzar si se cumplieran las eruditas orientaciones que cargan en sus portafolios», agrega y concluye:

«No veo voluntad de quienes integran el Gobierno de reconocer que los principales culpables de los problemas que nos corroen son ellos mismos, y que si no transigen en el afán de tapar la boca a quienes se lo señalan o denuncian, serán cada vez más los que se atrevan a exigir el aire y el oxígeno que les ha sido negado».

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