No se trata de records al bate sino trascender por haber entregado la vida al prójimo. El jugador boricua Roberto Clemente murió el 31 de diciembre de 1972 en un accidente de avión en el que llevaba un cargamento de ayuda humanitaria para los damnificados del terremoto de Nicaragua.
Con el inicio hace una semana del Mes de la Herencia Hispana en los Estados Unidos, las Grandes Ligas le rindieron homenaje a Clemente que tras su muerte fue incluido de forma expedita en el Salón de la Fama de Cooperstown. El 8 de agosto de 1973, fue admitido con el 92.63 % de los votos. Solo Ty Cobb, Babe Ruth, Honus Wagner, Bob Feller, Ted Williams y Stan Musial, habían obtenido un porcentaje más alto hasta ese momento. El puertorriqueño se convirtió así en el primer latinoamericano de la Gran Carpa en formar parte de la distinguida galería.
Este sábado, otro «Salón de la Fama», el cubano Atanasio «Tany» Pérez cumplió un viejo compromiso y visitó en Carolina, Puerto Rico, al hermano de Roberto Clemente para entregarle un bate firmado por él y dedicado a la memoria de «El Grande». La sencilla ceremonia se celebró en la sala del nonagenario Justino «Matino» Clemente que sus hijas han convertido en museo lleno de afiches, fotos, y bates de Roberto.
Hace cuatro años, “Tany” le había entregado a «Matino» un bate firmado por uno de los cinco puertorriqueños exaltados en el Salón de la Fama del Béisbol, Orlando “Peruchín” Cepeda y le había prometido que regresaría con un madero firmado y dedicado por él. Y así lo hizo este 20 de septiembre.
«A Matino, por haber mantenido viva la imagen de su hermano Roberto. Con respeto y admiración, ‘Tany’ Pérez, Hall of Fame”, leyó el cubano ayer ante los familiares.»Matino», de 96 años y próximo a cumplir 97 el 2 de octubre, agarró el bate como su legendario hermano solía hacer cada vez que pisaba el plato. “No vayas a dar un swing que estoy al lado tuyo”, bromeó el expelotero de los Reds de Cincinnati entre risas, escribió «Primera Hora».
El cubano, que ha sido adoptado por los puertorriqueños, relató que el madero es el mismo modelo que utilizó durante las 23 temporadas que jugó en las Grandes Ligas. Con unos idénticos a ese, bateó para .279 con 379 cuadrangulares, 1652 empujadas y 2,732 hits a lo largo de su carrera. De hecho, confirmó que es el mismo tipo que usó el legendario Babe Ruth.
Entre anécdotas sobre el «Grande» o el «Cometa de Carolina» o «Momen» como le decían los parientes y los más allegados, «Manito» y «Tany» coincidieron en que los prejuicios contra los que tuvo que luchar en su época no detuvieron la postura de Clemente en la defensa de la imagen de los jugadores latinoamericanos y por la educación deportiva de la juventud de su país. Hoy en su nombre se otorga el Premio ‘Roberto Clemente» como reconocimiento al jugador que muestra un servicio destacado a la comunidad, así como su excelencia en el terreno de juego.
Probablemente Clemente fue el jugador más dominante de las Grandes Ligas en la década de los años 1960. Pero a pesar de su destacada actuación en su primera Serie Mundial, fue seleccionado apenas como octavo en la lista de el Jugador Más Valioso de ese año. Pero brilló por encima de alguna prensa que se considerada intentaba subestimarlo. Pero todo cambió a partir de 1971. Desarrolló toda su carrera en los Piratas de Pittsburgh. Fue dos veces campeón de la Serie Mundial (1960,1971),MVP de la Liga Nacional (1966) , MVP de la Serie Mundial (1971), 15 veces seleccionado para el All-Star , 12 veces ganador del Guante de Oro. Su número 21 fue retirado por los Piratas.
«Tany» con 82 años, fue una figura relevante de los Rojos de Cincinnati, y jugó también con los Expos de Montreal, Medias Rojas de Boston, y los Filis de Filadefia, además de manager de los Rojos y de los Marlins de Florida.»All Star» 1967-1970,1974-1976. Poseedor del Premio Lou Gehrig Memorial en 1980, MVP Juego de las Estrellas en 1967 y miembro del Salón de la Fama desde 2000. El 12 de marzo de 1960 los Rojos lo firmaron en Cuba donde jugaba en la liga de los centrales azucareros al oriente del país.
Esta era la forma peculiar que tenía Roberto Clemente de hacer política: con el madero, con el guante y con sus acciones humanitarias fuera del parque.