Un trágico accidente ocurrido en la Avenida Jesús Menéndez, en las inmediaciones de los Almacenes de Ron “Don Pancho” y el Paseo Martí de Santiago de Cuba, ha dejado en estado crítico a un niño de 8 años, identificado como Carlos Alejandro. El menor fue atropellado por un tren que le causó graves lesiones en las extremidades inferiores, lo que obligó a una intervención quirúrgica urgente con amputación del pie izquierdo y parte del derecho.
Actualmente, el niño permanece “inestable” en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Pediátrico Sur “Dr. Antonio María Béguez César”, uno de los centros de referencia en el oriente del país. Según declaraciones ofrecidas por Aris Arias Batalla, responsable de operaciones y socorro del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), “el niño fue intervenido quirúrgicamente y amputado el miembro inferior izquierdo y el primer y segundo dedo del pie derecho”.
Aunque las circunstancias exactas del incidente no han sido esclarecidas oficialmente, las redes sociales se han llenado de comentarios, algunos con versiones no confirmadas y juicios que rozan lo insensible. Una usuaria pidió prudencia al señalar que “los niños que son sus amiguitos están nerviosos… Para ellos ‘robar caña’ era una adrenalina, no los critiquen más”.
Este comentario, que alude a una práctica común entre menores en zonas semiurbanas de Cuba -tomar caña de terrenos colindantes como parte del juego-, fue respondido por Arias Batalla con un llamado a la ética comunicativa: “Existen términos profesionales que pueden reflejar gestos y acciones. La vulgaridad alimenta a los incrédulos e insensibles”.
Este tipo de suceso pone de relieve dos conceptos clave: seguridad ferroviaria urbana y ética digital. En ciudades como Santiago, donde la infraestructura convive de forma estrecha con espacios peatonales, los cruces ferroviarios muchas veces carecen de señalización o de barreras físicas. La falta de vigilancia y la proximidad de zonas residenciales convierten estos tramos en puntos de riesgo para los más pequeños.