Milagros Batista Estévez, una mujer de 56 años oriunda del reparto Álex Urquiola en Holguín, fue asesinada durante la madrugada en su propia vivienda. La tragedia cobra una dimensión más indignante cuando se sabe que su ex pareja, identificado como J.M., ya había sido denunciado al menos tres veces por robo y extorsión. A pesar de ello, nunca se le detuvo, y el sistema de protección falló.
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Peor aún. Vecinos y familiares relataron que la noche del crimen se hizo una llamada de emergencia a la Policía Nacional Revolucionaria, alertando que el agresor estaba merodeando la casa de Milagros. La respuesta oficial fue devastadora: “no hay patrullas disponibles. Si vuelve, intentaremos mandar alguna”. Horas después, Milagros perdía la vida tras recibir catorce puñaladas de quien un día fue su pareja. En la casa estaban presentes, además, una niña de seis años y un bebé de nueve meses—quienes, por fortuna, sobrevivieron fisica y emocionalmente devastados.
Fuentes cercanas a la víctima se pusieron en contacto con el influencer y comunicador conocido como Nio reportando un crimen, donde expusieron con crudeza lo sucedido y confirman lo que se conoce. La polícia fue alertada no solo tres veces antes, de las amenazas de la expareja de Milagros, quien temía por su vida, sino de la presencia del personaje cerca de la casa en esos precisos instantes, y que se encontraba bajo los efectos del alcohol, lo que hacía aún más impostergable la presencia policial allí. Se les hizo saber, sí, minutos antes de morir Milagros, que el sujeto tenía ya tres denuncias previas por las amenazas, pero la PNR no se presentó en el lugar.
Según reportes de 14ymedio, este feminicidio representa uno de los 21 asesinatos machistas registrados en la isla durante 2025. Entre los casos similares en Holguín, destacan los de Elizabeth Ramírez Fernández, Aliana Laborde Díaz y Yailín Requejo, lo que ubica a la provincia como una zona particularmente golpeada por la violencia de género. En cada uno de esos crímenes, la figura del ex pareja como agresor vuelve a convertirse en una presencia recurrente y trágica.
En redes sociales, el llanto colectivo es también una llamada urgente a la justicia y a la responsabilidad institucional. Es además otro caso que expone la fragilidad del sistema cubano de protección a las mujeres, más allá de lo que pregonan las autoridades en discursos oficiales. Mientras el gobierno se llena la boca hablando de “empoderamiento femenino” y de la coordinación entre instituciones como la PNR, el Ministerio de Justicia, la Fiscalía General y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), los hechos demuestran que esas estructuras no funcionan. Las denuncias no tienen seguimiento, los agresores no son detenidos, las alertas en tiempo real no reciben respuesta. Y las mujeres terminan muertas.
La familia de Milagros, sus vecinos y decenas de usuarios han expresado indignación ante el hecho. No piden solo justicia, también explicaciones. ¿Cómo es posible que, tras tres denuncias, José Matos, su agresor, un individuo de pésima conducta social, siguiera en libertad? ¿Qué hace falta para que un llamado a la policía tenga respuesta urgente? ¿Cuántas más deben morir para que cambien los protocolos?
Un usuario expresaba: “Una familia llora, y además de justicia, exige explicaciones a quienes debían protegerla”. Otro fue más tajante: “Ponete un cartel en el pecho contra la dictadura y verás cómo aparece la patrulla, pero para salvar una vida… eso sí cuesta”. El corolario de ese post decía: “Esta desgracia no pudo haberse evitado. Comparte para que el mundo sepa la falta de seguridad que hay en Cuba”.
Cuando la policía no protege: feminicidios y negligencia en Cuba
El caso, con sus lógicas diferencias, nos trae el amargo recuerdo de la muerte de Leidy Bacallao Santana, una joven cubana de 17 años, que fue asesinada por su expareja, Elesván Hidalgo, el 4 de febrero de 2023.
El crimen ocurrió en la propia subestación de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) en Camalote, municipio Nuevitas, provincia de Camagüey, lugar dónde el agresor la atacó con un machete hasta matarla mientras al menos un policía los observaba después de que ella pidió ayuda por las amenazas que recibió, minutos antes.
Las muertes de Milagros, de Leidys, y de otras mujeres que han denunciado a sus parejas y exparejas ante la PNR, que han denunciado su miedo, que temen por su vida, y que han expuesto pruebas que lo sustentan, no han sido inevitables. Son la consecuencia directa de la desprotección en la que viven muchas mujeres en Cuba. Y mientras eso no cambie, el “empoderamiento” del que habla el Estado seguirá siendo un eslogan vacío, como recoge un texto publicado por el Observatorio de Género de Alas Tensas y que recomendamos leer detenidamente, titulado Cuando la policía no protege: feminicidios y negligencia en Cuba, que expone otros casos de mujeres cubanas que murieron por la inacción policial en la isla.





