El reconocido pintor cubano Cosme Proenza falleció en la madrugada de este lunes, luego de perder la batalla frente a la Covid-19. El deceso ocurrió cerca de las 4:00 am y la noticia fue confirmada por la hija del artista en redes sociales.
“Acaba de fallecer mi padre, Cosme Proenza Almaguer, después de varios días en lucha por su vida en el hospital de nuestra ciudad, se encontraba con Covid. Sus cenizas serán llevadas a su tierra natal junto a sus padres”, indicó Sandra Proenza.
El artista de 74 años, natural del poblado Tacajó en la provincia de Holguín, había ingresado desde el pasado martes en el centro hospitalario la ciudad cabecera y allí comenzaron a deteriorarse aún más sus condiciones de salud. Al momento de su deceso se hallaba ventilado y reportado de muy grave.
Su pérdida representa un fuerte acontecimiento para la cultura cubana, gracias a la influencia e importancia de su obra. Además de su notable trabajo como investigador y docente formador de nuevas generaciones de artistas, Cosme era pintor, dibujante, ilustrador, grabador y muralista. Casi todas las modalidades de las artes visuales le fueron afines y poseía un agudo sentido de la crítica artista.
A propósito de su muerte, varios artistas cubanos de su generación han emitido sus condolencias a través de las redes sociales y han catalogado el suceso como muy triste. Su colega y amigo Manuel López Oliva se refirió a su singularidad como artista y a su noble personalidad.
“La muerte es cruel en su afán destructivo, que cae asimismo sobre forjadores de cultura y de belleza. Ahora ha de quedar en las colecciones que atesoran obras suyas y en el recuerdo agradecido de colegas, seguidores de profesión y gente que recibió sus afectos”, escribió el importante artista cubano, quien terminó diciendo que “la vida no siempre se muestra bella”.
El legado pictórico de Cosme Proenza, además de hallarse registrado en las colecciones y exposiciones permanentes del Museo Nacional de Bellas Artes en La Habana, también se encuentra incluido en múltiples zonas del mundo, donde resalta su apropiación de las imágenes del arte universal y su inigualable traducción del sentido mitológico de las mismas, un detalle particular que le permitió llevarlas desde Rusia y Ucrania hasta el mismísimo Vaticano.
En Cuba, muchas de sus obras murales se hallan emplazadas lo mismo en sitios de la Habana, que en su natal Holguín. De igual modo, algunas de sus piezas más destacadas son Cecilia Valdés y Los Dioses Escuchan. En su hoja de vida se incluyen decenas de exposiciones personales y colectivas en Cuba y en el mundo, así como las múltiples distinciones que le concediera la institucionalidad en el país.
